Nos hemos quedado sin palabras frente a la muerte de Sam, estudiante de enseñanza superior que estaba a punto de hacer las pruebas de acceso a la universidad y que tenía por delante un futuro lleno de promesas. Sólo nos queda gritar: «¿Por qué?». ¿Quién no siente una reacción así ante un hecho como éste? Haría falta ser de piedra para no sentir esta marejada dentro, que nos hace implorar una respuesta para esta tristeza.
Delante de esta tragedia, hemos sorprendido en nosotros el intento de mirar para otro lado y justificarnos con “palabras justas” y con tópicos. Pero cuando un hecho se impone delante de nosotros, se hacen evidentes nuestras necesidades más profundas. Como decía Julián Carrón: «Es imposible no sentir dentro de vosotros la necesidad de felicidad, de belleza, de justicia, de amor y de verdad, no sentirlas vibrar y bullir en cada fibra de vuestro ser». Ignorar estas necesidades o mirar hacia otro lado sería irracional, porque negar su existencia sería como negar una parte de nuestra naturaleza. Estas exigencias nos revelan para qué estamos hechos.
El drama de la vida de Sam lo vemos en todos nosotros: como recita una biografía de la vida de San Francisco: «Quid animo satis?». Frente a esta pregunta, nosotros hemos encontrado una Presencia que abraza toda nuestra existencia, un Hombre que desafió a la muerte hace dos mil años y que continúa presente aún hoy entre nosotros.
Esta novedad la hemos verificado dentro de una experiencia presente. Hemos descubierto una vida nueva (una intensidad en el afecto y en el amor, una liberación y una plenitud en nuestra necesidad de compañía) que nunca nos podríamos haber dado nosotros mismos. Hemos sido aferrados por una Presencia que nos hace mirar nuestra vida y nuestra necesidad de una forma distinta: no son obstáculos a superar, sino algo que nos muestra que estamos hechos para encontrar la satisfacción. Así nos hemos convertido en compañeros de camino. Por eso la Biblia dice: «Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro».
Sólo Uno que ha encontrado la muerte y la ha desafiado nos puede dar una esperanza verdadera, que no muere. La experiencia de Él dentro de nuestro tiempo presente nos hace mirar la muerte de Sam con tristeza, pero sin miedo, con la certeza de que la resurrección de Cristo triunfa.
17 de junio de 2011
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón