El domingo volví a visitar las zonas afectadas por las inundaciones en el Valle de Cuiabá. Las cosas han empezado a cambiar, enseguida se ve el gran trabajo de limpieza que han hecho. Ahora es más fácil transitar por las calles, y más seguro. El número de muertes ha llegado a 800 según las cifras oficiales. Las carreteras son más accesibles, pero lo que no ha cambiado mucho es las condiciones de las casas, tanto las que han quedado en pie como las que han sido destruidas. Parece que allí el trabajo de estos 10 días ha servido de poco, hasta tal punto llegaba la cantidad de fango. Sigue vivo el incesante ritmo de trabajo y el deseo de volver a la normalidad.
A las 11 fuimos a una Misa (la primera después de las inundaciones) que se celebró en sufragio de las víctimas. La iglesia estaba abarrotada y allí entendí de dónde sacaba la gente la fuerza para seguir adelante. La situación de quienes han perdido su casa sigue igual; algunas familias, las que han podido, se han ido a casa de amigos y familiares, pero la mayoría se ha quedado. Volverán a comenzar con fe.
El destino de las zonas afectadas todavía no está claro. Se está haciendo un trabajo de recogida de datos que servirá de ayuda para desarrollar las acciones más puntuales. Nosotros seguimos apoyando el punto de recogida de nuestro amigo sacerdote Pe Rogerio, en Itaipava, a la entrada del valle, en un lugar relativamente accesible. Desde aquí, tratamos de organizar las donaciones que van llegando. Éste es un aspecto muy importante, porque probablemente las donaciones terminarán y lo que recibamos ahora tendrá que durar hasta después de la emergencia.
La semana pasada supimos que una niña del programa de adopción a distancia de AVSI había desaparecido. Luego la encontraron en una de las zonas afectadas.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón