Queridos amigos:
El 15 de enero estaba con algunos amigos en el valle de Cuiabá, una de las zonas afectadas por las lluvias de los últimos días, y pude constatar la imponencia del desastre y entender mejor la necesidad de ayudar a estas personas. Efectivamente, todo se ha destruido, calles y casas. La cantidad de fango que hay por todas partes es impresionante.
Subimos al valle a pie porque el tráfico era caótico. Las pocas calles transitables estaban bloqueadas por coches particulares que transportaban material de ayuda. Al ir andando, pudimos ver mejor lo sucedido. En esta zona hay más de 200 personas que se han quedado sin hogar y que han perdido la esperanza de poder regresar a sus casas, no sólo porque éstas ya no existen sino porque se ha prohibido el acceso a toda la zona por motivos de seguridad. Aquí han muerto 56 personas y algunos todavía siguen desaparecidos. En el rostro de la gente se puede ver una gran incertidumbre.
Cuando casi habíamos llegado al final del valle nos encontramos con una amiga que trabaja con AVSI en Río de Janeiro gestionando un centro educativo y una escuela maternal. Durante unas horas la ayudamos a limpiar de fango el salón de una iglesia para poder acoger allí a las personas que lo habían perdido todo.
En el centro educativo se mantenía en pie una pequeña estatua de la Virgen, como si mirara la destrucción que la rodeaba; realmente es un milagro que esa pequeña figura haya resistido y siga allí.
Luego emprendimos la bajada y encontramos otra iglesia en la que se alojaban 120 personas sin hogar. Allí reinaba la confusión a causa de la ayuda que llegaba sin ningún tipo de control. Afortunadamente, la gente tiene un gran corazón, pero en una situación de emergencia el sentimentalismo debe dejar paso a la organización, aunque esto es algo difícil de hacer entender. Obviamente, las condiciones en que se encuentran las familias desplazadas son muy precarias: lo estrictamente necesario parece que no va a faltar, al menos durante unos días, pero así no podrán seguir durante mucho tiempo.
En esta primera fase hemos organizado la intervención y a las personas voluntarias que quieran ayudar en tres puntos: el punto de recogida de ayuda en la iglesia de un sacerdote amigo nuestro, Pe Rogerio, que está a la entrada del valle, en un lugar accesible, para organizar las donaciones; en el centro de acogida de las personas sin hogar para hacer actividades de entretenimiento para los niños; y en el centro educativo para ayudar en la limpieza de los espacios.
Por ahora no se puede hacer mucho más. Es fundamental conocer y mantener una presencia también mientras se esperan indicaciones más claras por parte de las autoridades locales.
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