Nápoles, municipalidad de Soccavo-Pianura. Un nombre que nos recuerda las noticias de los telediarios de hace dos veranos, cuando montones de basura llenaban las calles de esta ciudad. Entonces se iba a reabrir el vertedero de Contrada Pisani para hacer frente a la situación, que se había convertido ya en emergencia.
El lunes 12 de julio, dos años después, un montón de gente de Pianura vuelve a reunirse en la plaza. Esta vez no es para manifestarse ni protestar, sino para participar en la fiesta de inauguración de un parque público en una zona abandonada entre las casas y utilizada como basurero. El hecho en sí no es gran cosa. Un lugar en desuso, una administración local responsable y el deseo de devolver la dignidad a un distrito lleno de niños: lo normal en una sociedad civilizada. Tal vez lo más raro, al menos para la gente del barrio que se asoma a los balcones o baja a la plaza a curiosear, sea el nombre del personaje al que este parque está dedicado: “Don Luigi Giussani”. “¿Qué tiene que ver” con Pianura?
“Es una larga historia. Dedicar a don Giussani este parque es el punto de llegada natural en un recorrido que empezó casi por casualidad”. Habla Fabio Tirelli, presidente de la IX Municipalidad de Nápoles, Soccavo-Pianura, elegido de las filas del PD. Unos cuarenta años, con barba y pendiente. “Digamos que todo nació hace un par de años, cuando inscribí a mi hija en el instituto Sacro Cuore de Nápoles”. Tirelli relata su encuentro con algunas personas del movimiento de CL implicadas en varias obras sociales. “Mario, Tonino y otros, que trabajaban en el Polideportivo, el Centro de Solidaridad, la Compañía de las Obras o el Banco de Alimentos”. Y así empezaron las primeras colaboraciones, los primeros proyectos juntos.
“Me impactaron mucho. En su manera de moverse yo veía la realización de los ideales por los que había decidido dedicarme a la política. Los valores, el servicio al pueblo y a la sociedad”. Un empeño político de más de veinte años que comenzó en la Rifondazione Comunista, el contexto en el que había crecido desde niño. “Mientras que el modo en que estos nuevos amigos hacían política, de cualquier color, no sabía muy bien qué era”. Y a medida que estas relaciones iban creciendo, los encuentros se hacían más frecuentes. “Busqué en internet información sobre CL y sobre don Giussani y leí algunos libros de aquel sacerdote lombardo, porque Mario, Tonino y los demás no se preocupaban por explicarme estas cosas, era yo el que tenía que insistirles para que me aclararan quiénes eran...”.
“Mientras tanto, estaba sufriendo por un equipo de balonmano femenino, con resultados discretos a nivel nacional, que estaba a punto de desaparecer porque no tenía un campo en el que entrenar y jugar. Luego llegó lo del parque: podíamos hacer un campo de balonmano que los chicos del barrio podrían usar también para jugar al fútbol. Y alrededor podíamos instalar juegos infantiles, plantas, flores y bancos para los mayores. Todo ello en el corazón de un barrio popular, en medio de las casas”. Sólo faltaba ponerle nombre. “No lo pensé dos veces: don Giussani”. Estaba pensando en aquellos amigos que había encontrado, “hijos” de ese sacerdote. “Mario, Tonino... Son encuentros que me han fulminado, me han lanzado al mundo con un modo de ver las cosas que me fascina. Por eso digo que dedicar el parque municipal a don Giussani era lo natural, por su método educativo, que es único”. Por eso quiso que estuvieran allí a su lado Mario y Tonino, mientras “descubría” con el resto de autoridades la placa de mármol en memoria del fundador de CL. “No sé dónde acabará esta historia”, dice Tirelli. “La fe... no sé, pero lo que estoy seguro de haber encontrado es una referencia sólida, algo realmente interesante”.
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