Una educación auténtica e integral de la persona, punto crucial para cristianos y musulmanes en el camino para liberarse tanto del “positivismo absoluto” como del “fundamentalismo formal”. Éste es uno de los temas centrales del trabajo de Oasis, la fundación internacional que ha reunido en Beirut a su comité científico sobre el tema “La educación entre fe y cultura. Experiencias cristianas y musulmanas”.
En las sesiones de trabajo de este comité han participado casi 70 personalidades cristianas y musulmanas de Asia, el norte de África, Europa y América, entre ellos el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso; y el cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia y fundador de Oasis.
El tema de la educación ha sido elegido como paso natural tras el camino recorrido: “Interpretar las tradiciones en la época del mestizaje” en Venecia 2009; “Libertad religiosa, un recurso para toda sociedad”, Amman 2008; “El mestizaje de civilizaciones y culturas”, Venecia 2007; “Derechos fundamentales y democracias”, El Cairo, 2006; “Unidad y diversidad “, Venecia 2005.
En su intervención introductoria, el cardenal Scola señaló la importancia de librar a la educación del peligro de quedar reducida a mera transmisión de competencias técnicas, a una comunicación de datos de las ciencias exactas como único horizonte educativo. Para Scola, la educación tiene valor como “encuentro de libertades”: la del educador, que se expone y arriesga; y la del educando, que tiene que rendir cuentas y hacer experiencia de lo que se le propone.
La elección del Líbano no ha sido casual. Este país de Oriente Medio siempre ha reconocido la importancia extraordinaria que tiene la educación, como documenta la tasa de escolarización del 93% de los hombres y el 84% de las mujeres; la educación y la convivencia entre cristianos y musulmanes, con escuelas cristianas frecuentadas por amplios porcentajes de musulmanes y viceversa.
El comité científico se inauguró con el saludo introductorio del Patriarca maronita, el cardenal Nasrallah Sfeir, al que siguió la intervención del ministro libanés de Información, Tareq Mitri. El ministro recordó que desde este año Líbano ha decidido celebrar cada 25 de marzo la festividad cristiana de la Anunciación y declararla fiesta nacional para reforzar el diálogo entre cristianos y musulmanes en torno a la Virgen María. El Líbano reconoce, según Mitri, que el diálogo es un instrumento necesario de “diplomacia preventiva” para garantizar la paz, pero para que dure en el tiempo es necesario re-elaborar la propia experiencia.
Algunos ponentes libaneses destacaron que incluso durante la guerra del Líbano las universidades y las escuelas siguieron siendo, en gran medida, el lugar en el que poder conocer verdaderamente al otro y aprender a convivir. Algunos, como el profesor Antoine Messarra, atribuyen este papel a las escuelas confesionales, que al proponerse con una identidad clara ayudan a vencer el miedo. Otros, como el profesor Hisham Nashabe, de la Makassed University, valoran la labor de las escuelas estatales, que permiten la convivencia de miembros de religiones distintas y se centran en los valores comunes.
Todos los ponentes musulmanes, sunitas y chiítas, condenaron el fundamentalismo violento (también el cristiano), que genera enfrentamientos y pone en peligro la convivencia. También pusieron en evidencia cómo para ellos la cuestión de la educación constituye un asunto crucial para el futuro. Los modelos pasados empiezan a agotarse, hay que encontrar nuevas modalidades para transmitir la tradición a las nuevas generaciones y hacer frente a los desafíos que plantea la era contemporánea.
El profesor Sheykh Ridwan Al-Sayed describió la formación de los ulemas entre la continuidad y la reforma, sin esconder un cierto pesimismo. La enseñanza islámica –explicó- se desarrolla fuera de los lugares institucionales, como las mezquitas, y está pasando a nuevos espacios gestionados por predicadores mediáticos, vía satélite, de modo que tiende a prevalecer un islam cerrado, no necesariamente violento pero cerrado en sí mismo.
El cardenal Tauran hizo notar que un cierto fundamentalismo también es signo de un renacer de las exigencias religiosas en el seno de la sociedad moderna y reivindicó –refiriéndose sobre todo a las sociedades occidentales secularizadas- un lugar para que las religiones se pudieran expresar en la sociedad. Manifestó el deseo de las religiones, precisamente porque interesan al hombre en todas sus dimensiones, de trabajar juntas para el mundo a partir de valores comunes, como la solidaridad, la libertad, la espiritualidad y la sed de conocimiento. En opinión de Tauran, no se puede pensar en una educación auténtica si se elimina la pregunta profunda sobre Dios que habita en el corazón de los hombres.
Durante la segunda jornada los participantes debatieron sobre los temas que Oasis deberá abordar en el futuro próximo a través de sus instrumentos: la revista semestral, la newsletter mensual (ambas plurilingües), la colección de libros, la página web...
Para terminar, el Patriarca subrayó cómo, a la luz de las experiencias surgidas de un diálogo sincero entre los que forman parte de la red de Oasis (de Indonesia o Pakistán a Túnez, Marruecos, Arabia, así como numerosos países occidentales), el tema de la educación emerge como un ejemplo significativo del trabajo específico de Oasis, que promueve profundizar en todos los ámbitos sobre la interpretación cultural de la fe.
La cuestión educativa, precisamente porque se interesa por el hombre entero, llega a interceptar las provocaciones radicales de los hombres y mujeres de hoy, entre las que destaca la siguiente: “¿Es todavía razonable para un hombre de este milenio creer en Dios?”.
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