Los ataques de la noche del sábado al domingo pasados en las localidades de Dogon Nahawa, Ratsat y Zot Foron, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Jos, aparentemente perpetrados por los “fulani” de religión musulmana, causaron la muerte a centenares de personas de la etnia “berom”, mayoritariamente cristiana. La masacre se produjo durante el toque de queda instaurado por el gobierno tras los ataques similares del pasado mes de enero, que causaron la muerte a más de 300 personas en tres días.
Unas 500 familias fueron desplazadas por los últimos ataques y muchas otras personas resultaron afectadas. Caritas les proporciona alimentos, ropa, mantas y otros suministros de emergencia. Tras los enfrentamientos de enero, Caritas ya proporcionó ayuda urgente a quince mil personas. Y realiza el seguimiento de niños que se han quedado huérfanos a causa de los ataques y de otras personas afectadas, que necesitarán ayuda durante mucho tiempo.
El conflicto de Nigeria es muy complejo, explicó el arzobispo de Jos, monseñor Ignatius Kaigama, a la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada. En su opinión, «Hay que mirar más allá de las cuestiones religiosas asociadas habitualmente a estas crisis y buscar las causas sociales, étnicas, económicas y políticas».
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