La unidad en la diversidad. La diferencia sólo se descubre desde la unidad que la precede
Al tratar de un problema de relaciones en una pareja, oí decir de una manera distante y fría: “Es una persona que ha pensado en todo”. Vamos, como si se pudiera dejar de pensar, porque ya se ha pensado en todo. Hay personas que no escuchan porque ellas ya han pensado en todo. Que “ha pensado en todo” me temo que signifique que ha pensado en sí misma y desde sí misma. Puede ser una persona, en el fondo, mediocre, egocéntrica, dominadora, que piensa que ya ha llegado al fondo de toda crítica y reflexión. Siempre tiene la contestación y la solución para todo. Juzga con la frialdad que un árbitro tiene que tener ante un partido. No puede comprender, realmente, las relaciones humanas.
He pensado en la comparación que San Pablo aplica a la Iglesia, pero que es muy buena para pensar en todas las relaciones. Nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y cada miembro desempeña una función distinta. Deberíamos sentir así nuestras relaciones. La unidad en la diversidad. No hay unidad sin diferencia. Si la unión debe ser, si la unión tiene algún sentido, sólo puede ser unión entre hombres que difieren. Henri de Lubac tiene un escrito sobre “las relaciones humanas” que me ha abierto mucho la cabeza y el corazón a la realidad de la vida. Es necesario comprender, desde dentro, que diferir, incluso profundamente, uno del otro, no es ser enemigos, es sencillamente “ser”. Reconocer y aceptar la propia diferencia no es orgullo. Reconocer y aceptar la diferencia del otro, no es debilidad. En el reconocimiento y la aceptación de las diferencias puede realizarse la unión.
Seríamos mucho más comprensivos, indulgentes, incluso tendríamos más admiración unos por otros, si estuviéramos persuadidos, ya desde nuestros primeros años de vida, del principio elemental de la diversidad, de la división de funciones, del trabajo, y de todo lo que ello conlleva en una sociedad: geografía, medioambiente, cultura, civilización, familia, manera de ser, educación, posibilidades, talentos, gustos, esfuerzos, hábitos, cualidades, vamos, personalidad y carácter. Es cierto que en lo más profundo de nuestro ser, de nuestra naturaleza, buscamos y anhelamos lo mismo. Anhelamos a Dios, a la Felicidad y al Bien. Hay un fondo común en la naturaza humana y la diferencia sólo se descubre desde la unidad que la precede.
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