Estamos viviendo días de vértigo. Días graves, que nadie sabe cómo acabarán. Días inquietantes para todos, hasta para aquellos que se proclaman felices y convencidos de haber cambiado la historia. Días muy rápidos en los que de un momento a otro todo puede precipitarse. Motus in fine velocior, decían los antiguos. “El movimiento es más vivo o veloz hacia el final”. Es la fuerza, la atracción de la gravedad: acelera la caída. Puede pasar cualquier cosa. Y pasará pronto...
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