Cuanto más resiste el régimen más se hunde el país y cuanto más resisten los demócratas, más crece la esperanza de Venezuela. Ante un país tan maltrecho y dictatorialmente reprimido, mucha gente suspira por la reconciliación; sin duda imprescindible, pero tan equívoca como el “diálogo”, si no se aclara. Cuando se pide que el torturador y el torturado se reconcilien, no es para que, “reconciliados”, aquel continúe torturando. La reconciliación es fin de la tortura, reencuentro y abrazo de ambos en su renovada condición humana...
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