Peio Sánchez es el párroco de Santa Anna, la iglesia de Barcelona (España) que este invierno, durante la ola de frío, decidió abrir sus puertas durante unos días a los pobres para que pernoctaran en algunas de sus capillas. Cuando el termómetro volvió a subir, la experiencia de la hospitalidad con los más marginados de la sociedad había sido tan satisfactoria que se mantuvo la acogida, el reparto de comida y bebida diarios y la atención psicológica y de las asistentas sociales de Cáritas.
Con el gesto público que ha sucedido en esta preciosa iglesia románica y gótica situada en el mismo corazón de Barcelona, parece que ha cambiado la imagen de la Iglesia en la ciudad. Algo parecido a lo que ha sucedido con el papa Francisco y sus llamamientos a convertir la Iglesia en un Hospital de Campaña de nuestra sociedad herida por tantos estigmas. No han cambiado nada del dogma y la caridad de raíz eclesial prosigue. Sin embargo, la Iglesia se nos aparece hoy un poco más pobre y perfumada de evangelio.
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