Uno de los muchos razonamientos que dispensó Zygmunt Bauman en estos últimos años tenía que ver con el 15-M. Y de paso, acertó de nuevo: "El 15-M es emocional, le falta pensamiento". No era una profecía, sino sencillamente la constatación de un hombre en la atalaya de la vida que supo descifrar bien el fervorín de lo que veía, su alcance y su porqué. La sentencia es estupenda sobre todo en su último tramo: "Falta pensamiento". Esa carencia es muy útil para desmontar cualquier movimiento, cualquier anticipo, cualquier rebeldía, cualquier desafío. Del ánimo inflamado de la tropa sólo salen himnos baratos y fanfarria. Las batallas se ganan estudiando los mapas, pensando cómo deslizarse en ellos.Lo otro es red social, corrala, reclusión disfrazada de grito y monopolios de la tontería. Contra eso también advirtió Bauman y está dispuesto, después de muerto, a tener de nuevo razón. (Hay hombres que aún son más lúcidos de cadáver). Cuando hablaba de las redes sociales lo hacía como si señalase otra peste bubónica: "Las redes sociales son una trampa. Las pandillas de amigos o las comunidades de vecinos no te aceptan porque sí, pero ser miembro de un grupo de Facebook es facilísimo. Puedes tener más de 500 contactos sin moverte de casa, le das a un botón y ya". Y esta facilidad se nos nota.
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