“Señor ten misericordia de nosotros”, cantaba un grupo de coptos todavía aturdidos después de que 25 de sus hermanos hubieran sido asesinados junto a la catedral de San Marcos en El Cairo este domingo. Otro grupo entonaba los himnos de la liturgia: “Ofrecemos nuestra sangre y nuestra alma por la cruz”. A pocos metros, el caos. La policía recogía entre gritos y llantos los cascotes y los restos humanos.
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