Malaïka nació en el Congo. Con 15 años, su madre le embarcó en un avión rumbo a Francia para estudiar en casa de una tía suya. Al menos, eso es lo que ella cuenta. Porque lo cierto, y más importante, es que estaba embarazada. El caso es que no ocurrió nada de lo planeado. Al aterrizar en Europa, no había ninguna tía que viniera a buscarla. Nadie conocido llegó a aparecer. La adolescente se encontró sola, a miles de kilómetros de su casa y ante el vértigo de un parto inminente. Se le ocurrió- no cuenta por qué-, venir a España a buscarse la vida. En realidad lo tuvo fácil. Por la edad que aparentaba, y pese a la falta de papeles y una identificación fiable, tuvo la suerte de caer en un centro de menores, y cuando cumplió la mayoría de edad, pasó a un centro de madres. Fue entonces, en 2012, cuando le hablaron de una casa maternal que apenas tenía unos meses de vida. Acudió al lugar en enero del siguiente año y le aceptaron. Más aún, se pelearon con la embajada de su país y con la Administración española para darle los papeles. Y allí reside. Tras cuatro años, Malaïka (alias) es la más veterana de la casa. Está a punto de echar el vuelo.Como ella, 14 niñas madres han dado con esta casa en circunstancias similares. Nadie les echa, son ellas las que cuando están preparadas para independizarse salen de la casa, dejando así una habitación libre para otra joven. Bien es cierto que la mayoría resuelve sus problemas en un año. Tampoco se encuentran solas. La trabajadora social y la educadora pasan las tardes en la casa con estas mujeres. Les enseñan a cuidar de sus hijos, a convivir. Además, tratan de buscarles un trabajo...
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