Hace poco murió un amigo, el primero del grupo en caer, el que rompe definitivamente la ilusa condición de quienes se saben algo inmortales cuando están juntos. Entonces ya escribí de él, pero olvidé hacerlo también de nosotros. Su fuga ocupó en aquellos días todo el sitio, todo el tiempo, todo el sentido. No he vuelto a hablar con los que quedamos. Al menos, no de este asunto. Para qué. El primero en borrarse genera una extrañeza insalvable en quienes hicimos de la amistad un todos a una, la condición de apretada roca. Es difícil descontarse un amigo. Y más por un cáncer. Y más cuando es joven. En asuntos de amor o de amistad uno cree sobre todo en las cosas que no ocurren.
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