Hace un par de meses supe que también Enrique Vila Matas estaba leyendo El oficio de vivir de Cesare Pavese. Yo me lo volví a comprar este septiembre en Turín, la abrumadora edición anotada de Einaudi, y desde entonces me ha acompañado el desasosiego de su latido crudamente cercano, sin alharacas, que descubrí a los ventipocos años. Comencé a releerlo frente al hotel Roma de Turín, en la plaza de la estación, donde se suicidó. Allí dejó su último verso: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”. Hay quien se mata cuando pierde a un ser querido, o la salud, o el dinero. Pero el auténtico suicida decide primero matarse y luego busca algún pretexto para darse valor: para él, la pérdida es la vida misma...
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