En la República Centroafricana desde hace tiempo ya no hay leones. Por ello no es una meta particularmente deseada por los que adoran los safaris entre bestias feroces y paisajes fenomenales. Pero si estuvieras en estos días por acá, en Bangui (la capital de un país que es dos veces más grande que Italia y que seguramente no sabes encontrar rápidamente en un mapamundi) podrías ver con tus ojos un león que camina entre los escombros de un país que ya casi no existe. Lo poco que quedaba fue destruido. El león en cuestión lleva un solideo violeta y una sotana negra. Tiene una cruz sencilla en el pecho. Y no ruge, sino que estrecha las manos de todos, aunque estén todavía un poco manchadas de sangre. No importa si son musulmanes o cristianos. Es el único que puede estrecharlas sin hacerse daño, sin hacer daño. El león es mons. Dieudonné Nzapalainga, el joven arzobispo de Bangui.
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