Es inverosímil la capacidad que tiene el Gobierno para hacerse daño a sí mismo con la cuestión del aborto. De dónde venimos es conocido: se hizo un promesa electoral a la que se dio curso con un proyecto de ley encargado a Alberto Ruiz-Gallardón que desembocó en la salida de Gallardón del Gobierno y el archivo del proyecto. Eso no parecía preocupar nada porque, por lo visto, le iba a dar al Gobierno tantos votos que era una medida sagaz. Sagaz pudo ser incumplir el programa electoral en política fiscal porque los hechos iban a demostrar que el Gobierno había acertado. Ahora me gustaría saber cómo se van a contabilizar los supuestos votos cautivados para cuantificar el triunfo del Gobierno.
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