Febrero de 1957. Oriente Próximo arde, como casi siempre. John Foster Dulles, secretario de Estado con el presidente Eisenhower, invita a un representante israelí y otro sirio -judío el primero, musulmán el segundo- a mantener una conversación privada sobre el conflicto. Cuando se encontraron, el secretario de Estado les estrechó calurosamente la mano, sonrió y dijo: "¿Por qué no nos sentamos los tres juntos y, de corazón a corazón, resolvemos esto como tres caballeros cristianos?". El 'lapsus linguae' del secretario de Estado deja perplejos a israelíes y sirios. Él mismo se da cuenta de su desliz y enrojece. Pero a la sorpresa inicial le sigue una amplia sonrisa de los interlocutores. Comprenden lo que ha querido decir el secretario de Estado. Se dan cuenta de que, efectivamente, como observa Harvey Cox, en las tradiciones religiosas hay recursos importantes, no siempre aprovechados para resolver los conflictos mundiales.
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