Nos resulta extraña la posibilidad de "pensar con el corazón", pero si lo consideramos bien, son muchos los momentos en que el corazón parece ampliar a la razón, induciéndola a reconocer que ciertas cosas se comprenden mejor "amándolas". No se trata de que los sentimientos desborden nuestra razón, impidiéndole "pensar". La expresión sugiere, más bien, que por la mediación del corazón, la inteligencia puede atreverse a leer los acontecimientos de un modo diverso al de la razón discursiva. Según esta intuición, la posibilidad de "pensar con el corazón" está sujeta a nuestra capacidad de amar, a nuestra apertura a las miles de circunstancias con que pueda sorprendernos la realidad, sobre todo cuando contrastan con nuestros esquemas lógicos de comprender las cosas. La hermosa metáfora "corazón pensante" llamó mi atención al instante, mientras leía un artículo sobre Etty Hillesum, una muchacha judía que muere, a los 29 años, en Auschwitz, tras recorrer un profundo camino de transformación interior y continuo diálogo con Dios.
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