Treinta años después de la época más dura en lo que se refiere a los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, tras miles de procesos que han condenado a unos y absuelto a otros, después de la dura purificación a la que Benedicto XVI quiso someter a toda la Iglesia por estos terribles pecados de algunos de sus miembros, cuando son de sobra conocidas las nuevas normas y procedimientos puestos en marcha por la Santa Sede y numerosos episcopados, cuando en definitiva la Iglesia ha estado dispuesta a purgar en la plaza pública por una lacra que afecta a toda la cultura occidental del post-sesentayocho, llega el Informe del Comité de la ONU para la protección de la infancia. Y llega como si estuviéramos en el punto cero, como si nada hubiera pasado. Un poco a destiempo, ¿no? Quizás no, quizás siempre es momento cuando se trata de generar lo que el sociólogo Introvigne denominaba “pánico social”: la figura de la Iglesia se perfila monstruosa, y así quedaría amortizada como factor protagonista del presente.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón