«Ni somos retrógrados ni vivimos en las cavernas. Ni estamos dispuestos a que nos lleven a ellas los que, sin razón, más chillan»
QUÉ gran orgullo tiene que sentir en estos momentos el ilustre jurista y político José María Ruiz-Gallardón al comprobar la valentía que su hijo, brillante fiscal y hoy ministro de Justicia, está demostrando en defensa de la vida.
Creo que es justo recordar que la defensa de la vida en España, desde un punto de vista jurídico y político, va ligada al apellido Gallardón. Fue en 1985, antes de la sentencia del Tribunal Constitucional, cuando el primer Gallardón enarboló la defensa del derecho a la vida del no nacido con intensos debates frente a Cristina Almeida o María Teresa Fernández de la Vega, entonces juez, no política. Y es un orgullo que, 19 años más tarde, sea su sucesor, hoy ministro de Justicia, quien afirme con valentía que el progreso en el siglo XXI «no es desproteger a los más débiles. No puede ser que tengan menos derechos los que tienen algún tipo de discapacidad que los que no la tienen», le he escuchado afirmar recientemente.
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