El siglo XXI va ser un siglo asiático. Pero de momento Oriente tiene que esperar. China seguirá creciendo mucho, pero menos. Menos del 7 por ciento. El dinero fácil que ha alimentado su industria se ha convertido en un problema. La corrupción amarilla alcanza niveles difícilmente tolerables y la desigualdad hace dudar de la sostenibilidad del sistema.
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