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PRENSA

Perversión y sustitución de nuestras élites

Ignacio García de Leániz Caprile
31/12/2013 - El Mundo

Decía Julián Marías que en España había que repetir las cosas tres veces para que se oyeran. Por eso en estas horas urgentes reitero una recomendación: quien quiera entender las causas de nuestra crisis nacional y las honduras de la gravedad del presente que lea el capítulo XI -la época del «señorito satisfecho»- del libro que mejor la anticipa y explica, La rebelión de las masas. Auguro que quedará muy asombrado. Porque lo que nos sucede y cómo hemos llegado hasta este estado de descomposición y entropía se resume en asistir hoy al cumplimiento efectivo del gran temor de Ortega: que alguna vez el prototipo del hombre (y mujer)-masa se alzase de pleno con la dirigencia de nuestra nación en cualquiera de sus vertientes. Esto es, que un perfil orientado al yo y sus instintos -en las antípodas del bien común- se haya convertido, en acrobacia paradójica, en minoría rectora instalada en los ámbitos del poder político, económico, educativo y cultural. Un Narciso ensimismado y sensual rigiendo nuestros destinos, sin siquiera su hermosura. Y un contradios tal es lo que explica las graves anomalías de esta España sin pulso que agoniza en su decadencia y que esconde un gran fracaso que nadie quiere afrontar: nuestra fallida incorporación reciente a Europa. Como si nuestra situación actual fuera hija de aquella confidencia que Ortega vertió a Marías en el Retiro: «Desengáñese, amigo mío, el verdadero problema de España es que nadie está en su sitio». Y eso, advirtámoslo bien, incluía a Cataluña.

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