En su Discurso a la Curia Romana de las navidades de 2005, cuando llevaba poco más de seis meses en la sede de Pedro, Benedicto XVI abordó, entre otros puntos-clave del Concilio Vaticano II, la forma en que éste abordó la cuestión de la libertad religiosa. Previamente el Papa había recibido al profesor Hans Küng, icono de la disidencia progresista, y al Presidente de la Fraternidad San Pío X, Mons. Bernard Fellay, en aquel entonces todavía excomulgado por haber recibido la consagración episcopal ilícita de manos del obispo Marcel Lefébvre, que encontró precisamente en el decreto sobre la libertad religiosa uno de los escollos principales para aceptar el Concilio Vaticano II.
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