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PRENSA

Entrevista a François Michelin sobre la fe, las obras y la libertad

Paris Match
28/05/2013 - Tempi

Publicamos la entrevista publicada enParis Match a François Michelin, legendario director de la famosa empresa que lleva su nombre. Michelin tiene hoy 87 años, ha dejado su actividad empresarial y vive en un pequeño instituto religioso en la Auvernia.

En 2006, murió su hijo Edouard, y en 2011 su mujer, ¿ha vivido estos hechos como una injusticia?
El cardenal Lustiger conocía bien a Edouard. Tras su muerte, celebró una misa en la iglesia de Saint-Sulpice. Allí hizo esta pregunta: “¿Por qué ha muerto Edouard?”. Y citó a Cristo que, desde la cruz, se dirigía al Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

¿También usted se hizo esa pregunta?
Por supuesto. Y hace mucho daño. Uno piensa en los nietos, en la fábrica. Y llora más por ellos que por los difuntos. Todo lo que se construye cae, no queda nada. Y entonces uno pregunta a Dios y comprende que la respuesta está en otra parte.

¿Entonces hay una respuesta a esta pregunta?
Dios nos dona todos los días la respuesta. No podría ser de otro modo. Me encanta esta frase de san Pablo sobre Abraham: “Esperar contra toda esperanza”.

Hace falta mucho sacrificio para reaccionar así.
Es el misterio de la fe. Edouard ya no está, pero queda un sentido, la vida de cada día tiene un sentido. Es la providencia… Rechazar la bondad infinita de Dios sería un acto de orgullo enorme, monstruoso.

¿Su fe nunca se ha debilitado?
La fe conduce a la noción de vida eterna. Uno no desaparece después de la muerte. ¿Se da usted cuenta de lo que eso significa? Es formidable.

¿Qué voces le llegan desde fuera? Habrá oído que los franceses están en crisis, ya no se fían de sus gobernantes, de las empresas…
Cuando uno mira desde la ventanilla de un avión y entra en una nube, ¿qué siente? ¡Se pierde el norte! Y muchas personas ya no quieren preguntarse por qué han acabado así.

¿La responsabilidad es colectiva?
En parte es culpa de los periodistas, del deseo de uniformidad, de lo políticamente correcto. Dejamos a un lado nuestro deseo de comprender. Hoy se dice: “Voy a la moda, soy moderno”. Existe una pereza intelectual. El buen ingeniero es aquel que nunca se contenta con lo que ya sabe. La receta para sostener a Francia en pie es sencilla: respetar la realidad.

Desde 2009 se han cerrado 1.250 empresas en Francia. ¿Nuestra industria conseguirá sobrevivir frente a otros países donde los salarios son más bajos?
El problema no es la nómina, hay gente que trabaja mucho más que nosotros. Un hombre que trabaja es un hombre que se construye y que puede expresar las cosas que lleva dentro. Cuanto menos se trabaja, menos cosas salen a la luz.

¿Eso es lo que significa: “Llega a ser lo que eres”?
No es una frase mía sino de Píndaro, un poeta antiguo. Y me parece que también lo dijo Nietzche. ¿Conoce usted la historia de los tres portadores de piedras? Les preguntaron a los tres: “¿Qué estáis haciendo?”. El primero respondió: “Llevo una piedra”. El segundo: “Hago una escultura”. El tercero: “Construyo una catedral”. Por tanto, no importa lo grande que sea la catedral si las cosas tienen un sentido. El drama de Francia es que tiene un ministerio de Trabajo y no un ministerio de las Obras. Se está perdiendo el sentido de las cosas.

¿Ya no hay ambiciones?
Esa no es la cuestión. ¿Por qué se trabaja en Alemania? Porque han renunciado a la lucha de clases y aceptado la economía social de mercado. Francia, no.

Francia también tiene una economía social de mercado.
El Estado no ama la libertad ni la independencia. Cuando apareció el problema del desempleo, el entonces presidente de la República dijo: “No os preocupéis. El Estado tiene dinero”. Pero debería haber dicho: “Hay que trabajar más. Si no lo hacéis, caeremos”.

Cuando la empresa Michelin tuvo dificultades, el Estado la ayudó.
Sí, pero nosotros pedimos ayuda para evitar la crisis, para no esperar a que llegara. Normalmente se razona así: “Sólo se puede curar quien está enfermo”.

Dirigió la empresa Michelin durante 44 años. Hoy hay directores que cambian de empresa cada tres años. ¿Aún existen jefes de verdad?
¡Por supuesto! Son aquellos que conciben la idea de lo que es una obra y por tanto de una pertenencia, que quieren hacer algo que tenga un sentido. Esta es una dimensión que hace posible la unidad en una empresa. ¿Por qué? Porque todos tienen el deseo de un reconocimiento, y las cosas no funcionan sin los hombres. Una vez el inventor del neumático radial me dijo: “Si no amas los neumáticos, vete. Yo necesito un jefe que ame lo que hago”. Tenía razón, hoy hay financiadores que ya no saben qué sentido tiene ser hombre.

¿Quién tiene hoy el poder?
Las finanzas importan mucho. Cuando pienso cómo vivía mi abuelo, comprendo que el dinero da mucha comodidad, pero si uno no presta atención puede convertirse en una droga. Mi abuelo me dijo ciertas cosas que yo custodio: la verdad y la realidad son más grandes que tú, y el dinero es un siervo, nunca un dueño.

Muchos capitales han abandonado Francia. Bernard Arnault ha adquirido la nacionalidad belga por razones fiscales. ¿Qué le parece?
Nosotros también abandonamos Francia, pero de otro modo. Ya no se conseguía exportar desde Francia, había por tanto que fabricar sobre el terreno. A mí me habría gustado exportar desde Francia como los alemanes exportan desde Alemania. Pero cuando los jóvenes ingenieros no consiguen obtener en Francia aquello a lo que tienen derecho, se queman, son cosas difíciles de aceptar…

¿Se refiere a la supertasa del 75% sobre los salarios más altos?
¡Eso es propiamente una necedad! No se dan cuenta de que los están matando. Cuando oyes a un ministro que, con desprecio, le dice a un joven directivo: “¿Cómo, monsieur, quieres ganar dinero?”. Toda la historia de Francia está hecha de personas que tenían dinero y que han construido cosas nuevas. El dinero es para un hombre honesto como el piano para un pianista.

¿Nunca se planteó entrar en política?
Muchas veces he intentado explicar a los demás mi experiencia como empresario y los errores que había que evitar. Pero me he chocado con un rechazo debido a cómo se mira la realidad desde el mundo de la política. La realidad, para ellos, se limita a ser reelegidos. No todos son así, para algunos dedicarse a la política es verdaderamente una misión. Pompidou era uno de estos, y también Pinay, un realista.

Pero, ¿usted no ama más que a todos los demás a Mitterand?
¡Tenemos las mismas iniciales! Aprecio a las personas que tienen un sentido de la realidad y que tratan de comprenderla. ¡Mitterand era un gran humanista! Es cierto, hizo cosas con las que no estaba de acuerdo, pero su forma de trabajar era admirable.

Desde hace un año, por primera vez, hay alguien a la cabeza de Michelin que no pertenece a la familia.
¿Y qué? En primer lugar ha habido muchas personas de alto nivel que han sido managers de Michelin, y no todas pertenecían a la familia. ¿Pero tenían el sentido de lo que son los hombres? ¿Tenían el sentido de la materia? ¿Pensaban que el cliente es el verdadero dueño de la empresa? Esto es lo esencial. La casa y la familia Michelin prestaban toda su atención a los hechos, lo cual siempre ha funcionado bien. Jean-Dominique Senard, el manager actual, tiene esta misma aproximación a la vida empresarial.

¿No le gustaría que uno de sus nietos ocupara el puesto de mando?
Rechazo de cuajo pensar en estas cosas porque no hay nada más terrible para un niño que percibir que otro tiene ya sus ideas sobre lo que deberá hacer en el futuro.

Pero, ¿usted mismo no empezó a trabajar en la empresa secundando un deseo de su abuelo?
No. Él consideraba las cosas, observaba, al igual que hacía con todos los demás nietos, cómo razonábamos, cómo éramos…

¿Usted ha hecho lo mismo con sus nietos?
Parece que yo también soy un poco así, sí.

¿Qué les transmite?
Las cosas esenciales que he recibido: la realidad, la verdad. Y que nunca se puede prescindir de los hombres y que no se puede no amar lo que se hace.

Si hoy tuviera 20 años, ¿a qué se dedicaría? ¿A los neumáticos o a las nuevas tecnologías?
Lo que queda de una vida es lo que aprendemos sobre los hombres. El hombre, lo humano, esto es lo más importante.

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