No importa la deslealtad de cuantos habiendo sido elegidos para defender el bien común solo piensan en gobernar para sí mismos y los que son como ellos, no importa lo arrasado que descubramos este triste país ni lo injusta y vulgar que nos parezca la sociedad que compartimos, siempre que algo nos hace preguntarnos con asombro “¿qué es?” ese maná vuelve a caer en el mundo. Qué son los huesos de la niña enterrada, qué busca esa joven madre en los brazos del hombre del tren, qué quiere el amante que regresa de la muerte, o cómo será tener una familia de monos. De dónde nacen los versos que el fantasma de Tonia, el protagonista de Morir como un hombre, la película de Joao Pedro Rodrigues, canta en el cementerio ante su propio cadáver y el de su amigo en uno de los finales más hermosos del cine reciente. Todos estos ejemplos son mi pequeña cosecha de “¿qué es?” en este último mes. Como aquel maná inmerecido que recibían los judíos en su largo exilio, todos ellos pertenecen al mundo del encanto. Nada tienen que ver con ese sentirse saciado que es la sola búsqueda de este tiempo: los bienes no son la vida. Nos devuelven al mundo del primer día. Son lo que aún es nuestro, lo que nadie nos puede quitar.
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