Hace unos días el profesor Damian Bacich, de la San José State University de California, reconocía en estas Páginas que "la continuidad de Obama en la presidencia supondrá un desafío para la Iglesia católica", pero añadía en seguida que un desafío no es negativo si sirve para que la Iglesia madure su forma de estar en la plaza pública. Y aclaraba que a los responsables de las numerosas obras sanitarias y educativas católicas "les tocará encontrar soluciones creativas y dar un testimonio inteligente en una sociedad que ya no acepta la fe como un presupuesto obvio de la vida común". La verdad es que las palabras de Bacich sirven igualmente para la España que acaba de ver convalidado un matrimonio sin diferencia sexual, y para la mayoría de los países de antigua tradición cristiana de nuestro entorno.
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