La coyuntura económica tiene su impacto también en nuestro sistema educativo, como no podía ser menos. Arrecian los titulares de prensa informando sobre dificultades para el pago de los suministros más perentorios, incluso de las nóminas, en universidades y otros centros de formación. Pero, la solución de los problemas inmediatos no puede apartarnos de uno de los dos o tres objetivos prioritarios que la sociedad española tiene ante sí: la calidad de nuestro sistema educativo. Con justeza destaca en el discurso de investidura del presidente Rajoy, cuyas propuestas en este sentido parten de una notable insatisfacción por el estado actual de las cosas. El brío con el que comienza el equipo ministerial educativo les debe llevar a plantear, cuanto antes las reformas legislativas imprescindibles.
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