Encuentro Madrid 2010 reunió estos días a grandes pensadores de nuestro tiempo que a modo de píldoras de sabiduría intercalan el conocimiento de la realidad con el sentido más profundo de la cristiandad. El viernes a partir de las 20 horas comenzó una discusión entre filósofos que a ninguno de los presentes dejó indiferente. Allí estaban Alejandro Llano, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra y el italiano Bernhard Scholz, presidente de la Compañía de Obras para repensar la gran pregunta que a todos nos concierne más que nunca hoy: "¿Qué trabajo en tiempos de crisis?", título de esta mesa redonda
El moderador, Fernando de Haro, director de Informativos de Popular TV, fue el primero en lanzar al ruedo una realidad asoladora convertida en cifras, el 18,8% de la población española en paro. “Estamos en una crisis social grave”, dijo a pesar de que el Gobierno justo ayer aprobara 32 medidas para crear empleo en España. Haro lanzó la primera pregunta referida a la concepción que cada persona tiene del trabajo en particular: “¿Cómo entendemos el trabajo?”
Inmediatamente, el profesor Llano respondía lacónicamente: “En el corazón de la vida económica se encuentra el don de dar porque la mayoría de las cosas que realizamos, las hacemos gratuitamente. Antes damos que recibimos”. Scholz refrendaba esta idea seguidamente:
“Todo es un don, todo parte de un don. La economía está siempre basada entre una relación entre personas, la economía es la expresión de una cultura en la relación entre personas. Si todo está basado a base de contratos, no puede funcionar, la economía vive de relaciones, es un enriquecimiento mutuo en el que cada uno pone en juego su don”.
Sin embargo, qué puede hacer el hombre para no sucumbir a la filosofía de Hobbes en el trabajo, señaló el moderador, cuando aseguraba que “el hombre es un lobo para el hombre”. Para Scholz, la solución radica en la educación del hombre para evitar convertirnos en meras marionetas del Estado al desvanecerse el ser humano: “Es necesario, por tanto, afrontar el problema desde un punto de visto educativo, trabajar juntos, poniéndose junto a otros porque es un bien para mí y para otros. Si no comienza a prevalecer el instinto, existen marionetas del Estado o del juego económico, pero no existe la persona”.
El trabajo como educación y autorrealización del hombre
En esta dialéctica, defiende Llano la idea de la cooperación, es decir, sustituir la insana competitividad por una cooperación, actuando todos como socios en una sociedad comunitaria. “El concepto de interés general no sustituye, ni le llega a la altura al de Bien Común. Es mucho más profundo el Bien Común que el interésgeneral”, argumentó el catedrático de metafísica.
Pero, sin lugar a dudas, una de las reflexiones más certeras en la que ambos filósofos coincidieron plenamente es la referida al trabajo como educación de uno mismo y autorrealización del ser humano para conocerse a sí mismo, relacionarse con los demás y construir el mundo, al haberles preguntado el moderador si reseñaban que el trabajo es el que educa a uno mismo y el que permite que sea una acción que revierte sobre uno mismo.
“El trabajo revela mi verdad y las personas que están a mi lado. En el sentido cristiano, el trabajo es una forma de darse a sí mismo. El trabajo en sí mismo es una posibilidad de hacerme más a yo mismo. Antes del cristianismo, el trabajo era una maldición, sólo a través del cristianismo el trabajo se concibe como una oportunidad para hacernos a nosotros mismos”, aseguró el Presidente de la Compañía de las Obras.
Llano apuntaba además que “trabajar es amar, en el núcleo está el Amor al conocimiento, a los demás, a la propia naturaleza, el entusiasmo por los demás de la manera que persigamos sea el bien mismo”.
El testimonio cristiano en el trabajo
Haro finalizó recordando la cita de Benedicto XVI en su última encíclica: “La caridad en la Verdad es la principal fuera impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad” para interpelar a los ponentes.
Llano quiso entoces argüir que “Cristo permanece en la Historia, si se vive el cristianismo, si la persona vive el cristianismo”, y que el cristianismo ha de trasladarse a la escena económica igualmente. “El cristianismo no es un refugio sino el reto para superar los problemas. Si el testimonio decae, entonces el cristianismo se convierte en cuestiones para la ética”, añadió y agregó esta excelente perla:
“Parto de la raíz de una relación con Cristo y vivo dentro de la Iglesia que me permite afrontar el problema de las empresas, de los bancos, porque en esa relación se me dice quién soy y cuál es el objetivo de la vida y haciéndolo te realizas. Porque Cristo parece que está fuera del mundo, el reto de los cristianos es hacerlo el centro de la propia vida”.
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