Va al contenido

MAGISTERIO

Dejémonos sorprender por Dios

Francisco
19/01/2015 - Encuentro con los jóvenes en Manila (18 de enero de 2015)

Queridos jóvenes:



Cuando hablo espontáneamente, lo hago en español porque no conozco la lengua inglesa. ¿Puedo hacerlo? Muchas gracias. Está aquí el P. Mark, un buen traductor.

Primero de todo, una noticia triste. Ayer, mientras estaba por empezar la Misa, se cayó una de las torres, como ésa. Y, al caer, hirió a una muchacha que estaba trabajando y murió. Su nombre es Cristal. Ella trabajó en la organización de esa Misa. Tenía 27 años. Era joven como ustedes y trabajaba para una asociación que se llama Catholic Relief Services. Era una voluntaria. Yo quisiera que nosotros, todos juntos, ustedes jóvenes como ella, rezáramos en silencio un minuto y, después, invocáramos a nuestra Madre del cielo. Oremos.

[Silencio]

Ave María…

También hagamos una oración por su papá y su mamá. Era única hija. Su mamá está llegando de Hong Kong. Su papá ha venido a Manila a esperar a su mamá.

Padre nuestro…

Me alegro de estar con ustedes esta mañana. Mi saludo afectuoso a cada uno, y mi agradecimiento a todos los que han hecho posible este encuentro. En mi visita a Filipinas, he querido reunirme especialmente con ustedes los jóvenes, para escucharlos y hablar con ustedes. Quiero transmitirles el amor y las esperanzas que la Iglesia tiene puestas en ustedes. Y quiero animarles, como cristianos ciudadanos de este país, a que se entreguen con pasión y sinceridad a la gran tarea de la renovación de su sociedad y ayuden a construir un mundo mejor.

Doy las gracias de modo especial a los jóvenes que me han dirigido las palabras de bienvenida: Jun Chura, Leandro Santos II y Rikki Macalor. Muchas gracias. Y la pequeña representación de las mujeres. ¡Demasiado poco! Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces, somos demasiado machistas, y no dejamos lugar a la mujer. Pero la mujer es capaz de ver las cosas con ojos distintos de los hombres. La mujer es capaz de hacer preguntas que los hombres no terminamos de entender. Presten ustedes atención. Ella [la chica Glyzelle] hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras. Necesitó decirla con lágrimas. Así que, cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres.

Yo te agradezco, Jun, que hayas expresado tan valientemente tu experiencia. Como dije recién, el núcleo de tu pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste, podemos entender algo y responder algo. La gran pregunta para todos: ¿Por qué sufren los niños? ¿por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo. Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. Vos hablaste algo de eso. Una compasión que, a lo más, nos lleva a meter la mano en el bolsillo y a dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado, curado a tres o cuatro y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página