Queridos hermanos y hermanas:
Dirijo a todos ustedes un firme llamado a continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la luz de los trágicos eventos de los últimos días. Tengo vivo todavía en la memoria el recuerdo del encuentro del 8 de junio pasado con el Patriarca Bartolomé, el Presidente Peres y el Presidente Abbas, junto a los cuales hemos invocado el don de la paz y escuchado la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia.
Alguien podría pensar que tal encuentro ha tenido lugar en vano. En cambio no, porque la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal ni a resignarnos a que la violencia y el odio predominen sobre el diálogo y la reconciliación.
Exhorto a las partes interesadas y a todos los que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional a no escatimar la oración y cualquier tipo de esfuerzo para hacer cesar toda hostilidad y conseguir la paz deseada para el bien de todos. E invito a todos a unirse en la oración.
Ahora, Señor: ¡ayúdanos Tú! ¡Dónanos Tú la paz, enséñanos Tú la paz, guíanos Tú hacia la paz! Abre nuestros ojos y nuestros corazones y dónanos el coraje de decir: “¡nunca más la guerra!”; “¡con la guerra todo está destruido!”. Infunde en nosotros el coraje de cumplir gestos concretos para construir la paz. Haznos disponibles para escuchar el grito de nuestros ciudadanos que nos piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza y nuestras tensiones en perdón. Amén.
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