Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, 19 de marzo, celebramos la fiesta solemne de san José, esposo de María y patrono de la Iglesia universal. Dedicamos, por lo tanto, esta catequesis a él, que se merece todo nuestro reconocimiento y nuestra devoción por el modo en que supo custodiar a la Virgen Santa y al Hijo Jesús. Ser custodio es la característica de san José: es su gran misión, ser custodio.
Hoy quisiera retomar el tema de la custodia según una perspectiva especial: la dimensión educativa. Miremos a José como el modelo del educador, que custodia y acompaña a Jesús en su camino de crecimiento «en sabiduría, edad y gracia», como dice el Evangelio. Él no era el padre de Jesús: el padre de Jesús era Dios, pero él hacía de papá de Jesús, hacía de padre de Jesús para ayudarle a crecer. ¿Cómo le ayudó a crecer? En sabiduría, edad y gracia.
Partamos de la edad, que es la dimensión más natural, el crecimiento físico y psicológico. José, junto con María, se ocupó de Jesús ante todo desde este punto de vista, es decir, lo «crio», preocupándose de que no le faltase lo necesario para un desarrollo sano. No olvidemos que la custodia atenta de la vida del Niño comportó también el exilio en Egipto, la dura experiencia de vivir como refugiados —José fue un refugiado, con María y Jesús— para escapar de la amenaza de Herodes. Después, una vez que volvieron a su patria y se establecieron en Nazaret, está todo el largo periodo de la vida de Jesús en su familia. En esos años José enseñó a Jesús incluso su trabajo, y Jesús aprendió a ser carpintero con su padre José. Así, José ayudó a crecer a Jesús.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón