Vacaciones, tiempo de libertad, un momento en que nos hemos visto desafiados por la misma pregunta que Jesús dirigió a los primeros que, llenos de estupor, le siguieron: «¿Qué buscáis?».
La misma provocación que ha movido a trescientos profesores de enseñanzas medias y superiores procedentes de Italia, España y Francia para reunirse un domingo por la mañana, el pasado 7 de septiembre, y celebrar el Equipe del CLE (Comunión y Liberación Educadores). Una asamblea guiada por Alberto Bonfanti y Davide Prosperi convocada con una pregunta: «¿Qué buscamos al entrar en clase, estar con los chavales y compañeros y vivir todas las provocaciones que la realidad no nos ahorra?».
«Mientras os veía llegar me llenaba de gratitud, porque el que viene aquí lo hace siempre con una pregunta, con el deseo de ser ayudado», comenzó Alberto, retomando el camino que han hecho juntos en los últimos años y afirmando que el «responsable del CLE es el adulto que vive el movimiento. Estamos haciendo el mismo camino que Carrón está proponiendo a todos, lo vivimos en nuestro trabajo, que es la tarea educativa. Estamos en la primera línea de este mundo en transformación, como nos ha dicho el Papa: “Un mundo en tan rápida transformación requiere de los cristianos que estén disponibles para buscar formas o modos para comunicar con un lenguaje comprensible la novedad perenne del cristianismo”».
Un gesto esperado y deseado que, como señaló Davide tras la primera de las muchas intervenciones, nace de la conciencia de cada uno de «estar en el mundo», es decir, de vivir las mismas provocaciones, la misma confusión, los mismos dramas que los demás hombres de nuestro tiempo; y lo que vemos se ve estando en el mundo, no defendiéndonos de él. No somos del mundo, y para que esto suceda también con los chavales a los que educamos hay que aceptar el desafío.
El encuentro consistió en una mañana de trabajo juntos para ver cómo enseñar coincide con el descubrimiento del propio yo, de nuestra necesidad más verdadera, como pusieron de manifiesto muchas intervenciones, lo cual nos hace libres de hacer una propuesta a los alumnos que nos encontramos. Davide señaló que «el inicio de todo es una decisión que no es nuestra, el inicio pasa por ser elegidos. La certeza que nace de la conciencia de ser queridos dicta el método: nosotros también estamos llamados a preferir, y preferir ante todo a Aquel que nos ha elegido. Todo entonces se convierte en signo de esa Presencia y el instante adquiere una intensidad inimaginable. Cuando nosotros estamos dispuestos a dar la vida por esta historia, por la tarea que ha entrado en nuestra vida. Esto nos hace sentir un espesor nuevo en nuestra vida, y uno entiende que la vida es sacrificio, en el sentido de que es sagrada, destinada a algo grande. Pero aun eso sigue siendo una introducción, todavía no es la tarea completa para la que hemos sido elegidos. El gran sacrificio es amar al Amor de mi vida, amar esa presencia en el modo y en el momento en que me llama».
Un sí que nace de la gratitud que cada uno siente ante una preferencia que no se mide en función de lo que eres capaz de hacer sino que te alcanza, como decía Mariella contando el inicio de GS en su escuela. «Ha sido una exigencia impostergable», en un lugar donde uno puede hacer preguntas, como la que le hizo un alumno hace tiempo: «Profe, ¿existe una alternativa entre la tristeza de la soledad y la decepción de la compañía?». Mariella terminaba con estas palabras: «El corazón intuye la respuesta en un lugar donde puede hacer preguntas. De aquel chico nació GS».
Entonces, en un mundo que se hunde, ¿sigue siendo posible educar? «El primer factor de cambio en mi escuela llegó cuando empecé a dar un crédito total al corazón», contó Roberto.
«El corazón del hombre es todo lo que tiene y no se puede reducir, sea cual sea la situación que tiene que afrontar; y cuando es consciente de este deseo que le constituye, la realidad se convierte en ocasión para responder en el modo y lugar en que somos llamados», respondió Davide: «Lo que domina ya no es lo que sucede, sino una Presencia que sale al encuentro a través de lo que sucede».
El camino de verificación que comienza ahí es la posibilidad de experimentar el céntuplo. Lo que sucede no es algo que sortear, sino el lugar del encuentro con el Misterio que hace todas las cosas. Es una disponibilidad que te hace más libre y que da un nuevo gusto a todo, como contaron Elena, Marta, Massimo, Rachele, Gianni.
Y también Gaber, cuya canción La ilógica alegría abrió la asamblea, dándonos así la posibilidad de decir: «Me he tomado el derecho de vivir el presente». La relación con los chicos se convierte entonces en una propuesta integral, porque no puedes proponer lo que no te convence. Y te conmueves por el destino tuyo y de ese chico que te ha sido confiado. La escuela se convierte en una circunstancia que se puede abrazar.
Muchas intervenciones testimoniaron que, verificando día a día este camino, es posible que la escuela, con todas sus dramáticas provocaciones, sea la posibilidad de un descubrimiento de uno mismo dentro de cada asignatura. Desde la explicación de la Segunda Guerra Mundial al trabajo sobre Dios a partir de las provocaciones de Feuerbach. Los rostros de las personas con las que te encuentras, ya sea un alumno que expresa el deseo de su corazón mediante una rebelión, o una situación dolorosa con todos los intentos de superar este dolor mediante el alcohol, las drogas o incluso la autolesión, como contaron Franca y Laura. «Leer así la realidad, partiendo del deseo del corazón de los chavales, no es algo inmediato», indicó Prosperi. «Uno podría reducirlo todo a una patología o a la búsqueda de estrategias más adecuadas. El corazón, en cambio, te pone al lado de estos chicos con la conciencia de que te son confiados y de que lo que responde a su corazón es lo mismo que responde al nuestro».
Educar así es comunicarse a sí mismo y el propio modo de mirar la realidad: «La grandeza de nuestra tarea», señaló Alberto, «nos obliga a descubrir nuestra necesidad más verdadera, genera preguntas que hay que custodiar y no cancelar inmediatamente con respuestas inadecuadas, como solemos hacer con nuestros alumnos. El objetivo de nuestro trabajo común es suscitar la autoconciencia dentro de una amistad activa y capilar, expresión de lo que recordaba don Giussani en Viterbo en 1977: “No qué debo hacer son quién soy yo”. En esta amistad operativa consiste el CLE, porque en nuestra experiencia nos hemos descubierto necesitados de la comunión: para poder educar hace falta ser continuamente educados, y puesto que la educación consiste en una generación, uno no puede generar solo».
Una amistad, por tanto, para estar en el mundo y no para defendernos del mundo, para descubrir el vínculo más verdadero porque «lo que más confunde», concluyó Davide recordando el episodio de Jesús en Getsemaní cuando, al buscar a los suyos, los encontró dormidos, «es la soledad. El Padre ni siquiera les ahorró esto, “pues sus ojos estaban cargados”, dice el Evangelio, casi justificándoles, porque lo que estaba sucediendo superaba su voluntad. No hay compañía más grande, que pueda llenar este vacío, que el abandono a la relación con el Padre. No hay céntuplo en la vida sin esta decisión última delante del destino, abrazándolo en obediencia al Padre, porque esto es lo que nos genera a nosotros».
Una jornada de trabajo que nos hizo volver a casa con el deseo de subir los escalones de nuestra escuela para llevar a todos al Único capaz de cumplir el deseo de nuestro corazón, y de encontrarnos con Él también allí, en el modo y lugar en que se presenta.
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