MUSICA

El espíritu, el tú, el todo

Walter Muto

13/06/2013

Resulta siempre un placer impresionante que un artista de fama mundial, un intérprete increíble y en continua evolución, a la edad de 63 años decida seguir jugando su partida. Y no de cualquier manera, sino regresando, de un modo dulce y firme a la vez, a sus orígenes. Has pasado 25 años desde aquel 1988 que le vio darse a conocer en el mundo entero gracias a una melodía tal vez banal, pero de gran eficacia, que mostraba en pocos minutos su actitud alegre y su gran pericia vocal. Aunque su nombre no nos diga nada, seguramente a muchos les sonará si decimos Don’t Worry, Be Happy.

En el momento en que se convirtió en una estrella mundial gracias a aquella melodía – casi improvisada en la sala de grabación y confiada exclusivamente a su voz – Bobby McFerrin ya era conocido y apreciado en el mundo del jazz y contaba con ciertas colaboraciones importantes, por ejemplo con el gran guitarrista George Benson y el también famoso pianista Herbie Hancock. Además, empezó a realizar sus discos y a actuar en vivo completamente solo: en sus discos, confiando a su extraordinaria voz múltiples registros – melodías, ritmos, imitación de instrumentos y timbres muy diversos –, y en vivo interactuando con el público y cantando simultáneamente partes melódicas y acompañamientos.
YouTube está lleno de actuaciones suyas asombrosas, no son fuegos artificiales sino inmensas dotes técnicas puestas al servicio de una gran creatividad y expresividad. En su larga y luminosa carrera ha contado con las más grandes estrellas del jazz (Chick Corea o Yellowjackets entre otros), con colaboraciones ilustres en el ámbito clásico (Yo-yo, por ejemplo), con experimentaciones vocales y estudios de dirección de orquesta, rompiendo todas las reglas y creando otras nuevas, además de convertirse en compositor y fuente de inspiración para muchos cantantes y músicos.

El mismo título de su nuevo trabajo es emblemático: Spirityouall, un neologismo compuesto que se pronuncia exactamente igual que spiritual, el canto cristiano de los esclavos negros afro-americanos, pero que aúna tres conceptos: spirit, espíritu; you, el tú; y all, todo. La presentación del trabajo en su web dice así: Bobby McFerrin lleva todo de vuelta a casa (Bringing it all back home es además el título de un famoso álbum de Bob Dylan, donde reafirmaba potentemente sus raíces folk) re-imaginando el género Americana – un término que designa una mezcla de los géneros típicamente norteamericanos, como blues, country, bluegrass – y proponiendo algunos de sus espirituales preferidos y canciones originales.

De hecho, son siete los cantos espirituales que McFerrin revive y reinterpreta, y cinco sus composiciones originales; completa la lista una versión del I shall be released de Bob Dylan. El “acompañamiento musical” es absolutamente respetable, entre ellos el bajista Larry Grenadier y el instrumentista Larry Campbell. Los arreglos y la presencia del gran Gil Goldstein en los teclados ofrecen una rica paleta de colores en continuo cambio. La revelación de Esperanza Spalding, que aparece en tres canciones con su voz, embellece aún más este trabajo.

Pero no sólo se trata de capacidad, de dotes exageradas, de una técnica maestra. Lo mejor es que este trabajo late como un gran corazón. Sobre esto, McFerrin ha declarado en una entrevista: «No podría hacer nada sin la fe, no podría abrir los ojos, no podría caminar, no podría cantar. No quiero que el público en mis conciertos se deje llevar por lo que yo hago, quiero que sientan una alegría auténtica, en lo profundo de su ser. Así se puede abrir un espacio por el que la gracia puede entrar».

En definitiva, un disco para escuchar una y otra vez, para poder disfrutar de sus múltiples capas, para dejarse conquistar, para redescubrir a uno de los más grandes artistas de nuestro tiempo.
Una nota final personal: por lo que a mí respecta, lo mejor del disco es Fix me Jesus, ponme en mi lugar, sitúame, Jesús, un góspel arenoso, plasmado de historia y de memoria, una oración pronunciada de rodillas en una iglesia de madera, entre una armónica y una steel guitar, como un grito de ayuda lanzado con la certeza de una respuesta.

Bobby McFerrin
Spirityouall
Masterworks – 2013

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