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MUSICA

El gran error de la propaganda

Andrea Milanesi
08/05/2013
La portada del DVD <i>Música  clásica <br>y Guerra fría</i>.
La portada del DVD Música clásica
y Guerra fría
.

Como todas las historias que se repiten, también la de este documental dedicado a “Música clásica y Guerra fría” en la República Democrática Alemana tiene un principio y un final. Empieza en mayo de 1945 – cuando las tropas aliadas entran en Berlín y ponen fin al nazismo – y termina en el otoño de 1989, con el fin del sistema político de Alemania del Este y la caída del Muro de Berlín, símbolo universal de la división impuesta por la ideología más ciega. En medio de las dramáticas historias que han marcado a fuego durante más de cuarenta años la existencia “privada” de los habitantes de la RDA, el film refleja el modo distorsionado en que se decretó la suerte de la vida artística “pública”.

Nada más llegar a la capital del Tercer Reich, los rusos empezaron a reconstruir el tejido social y político empezando precisamente por el frente cultural, cuando todavía humeaban las ruinas, como primera respuesta a una necesidad vital, se organizaron por todas partes citas musicales y los habitantes de Berlín que habían sobrevivido a los horrores de la guerra empezaron a llenar las plazas y a subirse incluso a los tejados de los palacios que aún se mantenían en pie para asistir a los conciertos públicos. Sin embargo, en pocos meses las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial rompieron los frágiles equilibrios internacionales y la brecha entre las distintas líneas político-económicas se hizo insalvable, hasta culminar en 1949 en la división de las dos Alemanias, la del Oeste bajo la égida del bloque occidental, y en la esfera de influencia soviética la del Este, donde el proceso de “estatalización” de las disciplinas artísticas y el nacimiento de una “cultural nacional socialista” chocó con el deseo de belleza y de verdad que el pueblo sentía más que nunca. Y es en estos términos en los que se dan ciertos casos de excelencia como las formaciones orquestales del Gewandhaus de Leipzig, la Staastkapelle de Berlín y Dresde o las compañías vocales del Kreuzchor de Dresde y del Thomanerchor de Leipzig (en su momento dirigido por el gran Bach), que se convirtieron en buques insignia de un “modelo virtuoso” que exportar, como se hacía con los atletas que sobresalían en las disciplinas deportivas más dispares.

¿Pero qué se puede esconder tras este fenómeno globalizado de propaganda cultural? Aquí entran en juego los testimonios directos de los protagonistas que vivieron en primera persona aquellos años: músicos y compositores, pero también figuras institucionales y hombres de la política, como Helmut Schmidt (canciller de la República Federal Alemana entre 1974 y 1982) o el tenor Peter Schreier, el director de orquesta Kurt Masur, que hoy sigue recordando perfectamente las “visitas” de los agentes infiltrados de la Policía secreta (la infame Stasi).

Gracias a la gran atención que le prestó el gobierno de la RDA, la música clásica vivió entonces una etapa de extraordinario florecimiento, pero a un precio desorbitado y decididamente “fuera del mercado”, cuyas cuotas se basaban en una hipótesis inicial absolutamente compartida – invertir principalmente en cultura como una riqueza necesaria para la existencia de un pueblo –, pero se concretaron sobre un gran error, el de considerar el arte como un instrumento de poder privilegiado para imponer una identidad social y política. Una teoría ideológica cuyo mensaje inicial se sitúa a años luz del deseo de verdad y de belleza que en el hombre se da como una sed infinita, justamente como invita a reflexionar un gran alemán de nuestra época, testigo de fe y agudo pensador, como es el papa Benedicto XVI en su espléndido libro Alabar a Dios con el arte: «El arte musical está llamado, de manera particular, a infundir esperanza en el espíritu humano, tan marcado y a veces herido por la experiencia terrena. Existe una misteriosa y profunda relación entre música y esperanza, entre canto y vida eterna. (…) Pero el arte auténtico, como la oración, no nos aleja de la realidad cotidiana; es más, nos conduce a ella para "impregnarla" y hacer que reviva, para que dé frutos de bien y de paz».

Classical Music and Cold War
Director: Thomas Zintl
con Elmut Schmidt, Peter Schreier, Kurt Masur, Theo Adam, Otmar Suitner, Jochen Kowalski, Christine Mielitz
Musicians in the GDR (Dvd-Video)
Arthaus / Ducale (2012)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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