“La música barroca en el tiempo del 3D” podría ser el subtítulo de este disco, que recoge el último esfuerzo del compositor Max Richter (nacido en 1966), que ha decidió revestir con nuevos arreglos las inoxidables Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi (1678-1741), es decir, los cuatro primeros conciertos de la colección El cimiento de la armonía y de la invención op. VIII, que ya en pleno siglo XVIII fue objeto de numerosas y dispares transcripciones (como la realizada por el filósofo y músico Jean-Jacques Rousseau, o la de Michel Corrette que incluso transformó La primavera en un motete sacro con coro, el Laudate Dominum).
«Las Cuatro Estaciones es una música que gira siempre en torno a nosotros», ha declarado Richter: «Está por todos lados y, de algún modo, nosotros no estamos en condiciones de escucharla profundamente, como aquello que realmente es». Así ha nacido la necesidad de “descomponer” y “re-componer”, reescribiendo y organizando las diversas teselas de ese gran mosaico, utilizando por otra parte la partitura original y la estructura instrumental prevista por el maestro veneciano (la producción discografica cuenta con la presencia de Daniel Hope, uno de los violinistas más virtuosos y aclamados en la actualidad).
A través de la sensibilidad y el lenguaje minimalista de un autor de nuestro tiempo, la música de Vivaldi se refleja en un juego caleidoscópico de espejos, a través de perspectivas siempre diferentes, puntos subjetivos que utilizan arcadas melódicas y explotan el patrón rítmico de las estaciones con una base de sólida arquitectura. Están casi todas las notas originales y la melodía de los conciertos son casi siempre reconocibles, elaboradas de aquí para allá por el autor con un ligero roce de la electrónica, pero siempre con el máximo respeto, a veces envuelto en un misterioso sonido casi indefinido, a menudo escalonado tras ecos lejanos y extraños.
Se hablaba de un "efecto 3D", pero este proyecto en realidad parece ir más allá. La cuarta dimensión utilizada por Richter juega con otro nivel diferente: el de la memoria, que se utiliza como si fuera uno de los elementos que contribuyen a crear una especie de polifonía virtual, a través de las reminiscencias creadas por estos famosos conciertos, probablemente escuchados cientos de veces, aunque sólo sea en anuncios de televisión o en las salas de espera de los dentistas. El terreno, por tanto, es muy fértil y propicio para dar vida a una nueva versión cuya identidad artística puede resultar familiar, especialmente para las generaciones más jóvenes, que están familiarizadas con los conceptos de mezcla, muestreo y diseño de sonido, pero que, por otra parte, pone de relieve la absoluta modernidad y la increíble belleza atemporal de la música vivaldiana.
(traducido por Ángel Misut)
Recomposición de Max Richter
Vivaldi: Las Cuatro Estaciones
Daniel Hope, Konzerthaus Kammerorchester Berlin, André de Ridder
Deutsche Grammophon / Universal (2012)
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