En la tarde del sábado 22 de octubre el Aula Pablo VI de Roma acogió un espléndido concierto en honor del Santo Padre. La Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera, dirigida por Kent Nagano, y la agrupación vocal Audi Jugendchorakademie, bajo la dirección de Martin Steidler, interpretaron el Te Deum y la Sinfonía nº 9 en Re menor, de Anton Bruckner (1824-1896).
Kent Nagano, director norteamericano de origen japonés, explicaba así días antes del concierto la elección del repertorio: «El Te Deum es una celebración de la gloria, mientras que la Novena Sinfonía es como una gran pregunta... Es una obra que conmueve profundamente el espíritu, porque con su pregunta abre las puertas al futuro. Cuando Bruckner la escribió era un momento difícil para el mundo y el futuro aparecía oscuro e incierto. Igual que ahora. Ninguno de nosotros puede decir con certeza qué sucederá. Hay una ausencia general de esperanza. Queremos tocar esta sinfonía, como una ofrenda artística, en el lugar –el Vaticano– donde todo es, en cambio, esperanza».
Como es habitual en los conciertos realizados en presencia del Pontífice, Benedicto XVI pronunció unas palabras al finalizar la interpretación, en las que además de mostrar su agradecimiento a los músicos quiso destacar la honda fe católica de Bruckner, que hace que escuchar su música sacra y sinfónica sea «como encontrarse dentro de una gran catedral, observando las imponentes estructuras de su arquitectura, que nos envuelven, nos elevan y emocionan». Y es que no debemos olvidar que Bruckner, como Bach, fue ante todo organista de iglesia.
El Papa, citando a Bruno Walter, señaló el “secreto” de Bruckner, que lo distingue de otros compositores de su época: «Mahler estuvo siempre buscando a Dios, mientras que Bruckner lo había encontrado». Su Novena Sinfonía, la última por él escrita, lleva por título “Dem lieben Gott” (Al buen Dios, al Dios amado), «como si hubiera querido dedicar y confiar el fruto último y maduro de su arte a Aquél en quien había creído siempre, en aquellos momentos el único y verdadero interlocutor a quien dirigirse llegado al último tramo de su existencia».
Bruckner no pudo completar el último movimiento de su última sinfonía, dejando inacabado el Finale. ¿Quizá porque lo que el hombre comienza sólo Dios puede llevarlo a término? En realidad la música de Bruckner no sólo lleva a Dios, sino que nace de Él, mediante la «fe sencilla, sólida, genuina, conservada toda la vida» de Bruckner.
El propio autor quiso que como conclusión de su Novena Sinfonía se interpretara el Te Deum, himno de alabanza a Dios: «Bruckner pedía al buen Dios que le dejase entrar en su Misterio (...) para alabar al Señor en el cielo como había hecho con su música en la tierra».
Así, en la misma Aula en la que una semana antes Benedicto XVI había anunciado la celebración de un “Año de la fe”, la música de Anton Bruckner nos invita a atravesar la «puerta de la fe» para «entrar en el Misterio», «para que abramos los horizontes y pensemos en la vida eterna; no para huir del presente, aunque esté jalonado de problemas y dificultades, sino más bien para vivirlo todavía más intensamente, llevando a la realidad en que vivimos un poco de luz, de esperanza y de amor».
También el director de este concierto, Kent Nagano, que fue discípulo del gran compositor y organista católico Olivier Messiaen, nos testimonia la conveniencia de esta mirada más profunda sobre la realidad: «El acontecimiento más memorable de mi “carrera'” no tiene nada que ver con la música: fue el nacimiento de mi hija. En el mundo artístico podemos llegar a ser muy egocéntricos y pensar que nosotros somos los creadores. Pero el nacimiento de mi hija me hizo comprender qué milagro es la creación más pura. Desde entonces me sorprendí mirando el mundo con mayor profundidad». Gracias Kent, gracias Benedicto.
Las palabras de Benedicto XVI al finalizar el concierto (italiano)
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/october/documents/hf_ben-xvi_spe_20111022_concerto_it.html
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón