De forma sintética y directa, Javier Restan en su libro Educación, el otro nombre de la misericordia (Textos para el Año de la Misericordia, BAC Popular, 2016) ofrece una reflexión sobre la educación que nace de su propia experiencia, reclamando el ideal cristiano como culmen para poder hacer un camino verdaderamente humano.
Esta pequeña joya recoge una propuesta educativa, sin censura, asumiendo todos los factores necesarios para una educación integral, ya sea desde la escuela como en la propia familia.
Motivado por la provocación del Papa Francisco con la convocatoria del Año de la Misericordia, Restán nos ofrece de forma magistral cómo las palabras “educación” y “misericordia” comparten una misma raíz y son inseparables para comprender el significado de cada una de ellas.
Educar es ante todo un acto de misericordia. Y la misericordia tiene rostro histórico en el acto de educar en cualquier contexto. Por eso, siguiendo a Luigi Giussani, uno de los más grandes educadores del siglo XX, y su método de enseñanza, nos ofrece una síntesis de la experiencia educativa. Somos muchos los que nos sentimos privilegiados de conocer y de poder verificar en nuestra propia experiencia cotidiana la validez de esta propuesta.
El Misterio como origen de la misericordia no es una realidad en la Historia Sagrada del pasado, es un hecho que sigue actuando hoy dentro de la historia. Una de las claves de la educación es la capacidad de suscitar un interés por la realidad en todos sus aspectos y en su dimensión infinita. Esto suscita constantemente en nosotros preguntas, no nos deja tranquilos y nadie puede sustituirnos a la hora de responder ante esas preguntas. Nadie. La validez de nuestras respuestas se comprueba en la propia experiencia. Ahora bien, es preciso señalar que se trata de un juicio que se hace transparente en la experiencia y no solo en el consabido relativismo de “probar por probar”.
No se educa desde el miedo, sino desde el perdón. Originalmente en la familia, luego en el colegio, por la capacidad de acogida que todo hombre y mujer tienen. Pero esta acogida, precisa Restán, no es un esfuerzo puramente humano o psicológico: es la consecuencia de una verdadera Gracia, que tiene su culmen en el misterio de la Encarnación. El Misterio viene al encuentro de cada hombre a través de rostros humanos concretos, de nuestra familia, nuestros amigos o de nuestros compañeros de trabajo. Viene para despertar en nosotros la experiencia original de cómo Dios nos acoge indefectiblemente.
Con este libro, Javier Restán sale a nuestro encuentro como un despertador que suena en el momento oportuno. Para que caigamos en la cuenta de la responsabilidad que tenemos como adultos, y vivamos en plena tensión por el bien que supone educar y entregarse a los demás. Por eso, como dice él mismo en este magnífico breve ensayo, la historia del hijo prodigo es a la misma vez el paradigma del amor como misericordia y de la auténtica relación educativa. Invito a leer este libro porque quien lo escribe es un padre, un profesional de la educación con una gran experiencia y, sobre todo, un hijo de don Giussani que nos testimonia desde su experiencia que es posible educar hoy y lo es en cualquier situación. Una maravillosa y extraordinaria aportación. Gracias, Javier.
Educación, el otro nombre de la misericordia
Javier Restán
Textos para el Año de la Misericordia
BAC Popular, 2016
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