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RESEÑAS

Los refugiados que molestan, los perseguidos de verdad

Pascual Tamburri Bariain
02/11/2015 - El Semanal Digital

En Europa estamos viviendo un 2015 lleno de preocupación por la llegada masiva de refugiados desde países "en conflicto", y especialmente desde un Oriente Medio en guerra. Nuestros Gobiernos no saben qué hacer, ni cómo hacerlo; y en muchos casos anteponen sus prioridades ideológicas y sus intereses mercantiles y políticos al bienestar y los derechos de sus ciudadanos, e incluso a los de los propios verdaderos refugiados.

Los datos están ahí. «Según ACNUR, la guerra en Iraq y en Siria ya ha provocado, hasta el verano de 2015, 6.600.000 refugiados en Iraq y casi 4.000.000 en Siria». Esos son hechos, hechos que nos permite conocer Miguel Pérez Pichel en la introducción histórica de un libro que va a remover muchas conciencias y va a provocar el sonrojo en más de uno.

Más hechos escandalosos que nos llegan sin respuesta cuando a través de Palabra Hablan los cristianos perseguidos en Iraq: «… antes de la invasión estadounidense y británica en 2003 los cristianos eran algo menos del 10% de la población iraquí. Ahora mismo son menos del 2% (aproximadamente unos 200.000), la inmensa mayoría en el Kurdistán iraquí…». Una gran parte de la cuestión de fondo que los medios de comunicación politizados y los políticos tratan de evitar radica ahí: en Oriente se vive una persecución religiosa, en la que las verdaderas víctimas y refugiados son en gran medida las minorías religiosas, sustancialmente los cristianos. Hay un genocidio en marcha, y una vez más los cristianos huyen ante la apatía interesada de Occidente. La verdadera cuestión no es, a largo plazo, cómo ayudarlos a venir aquí, sino impedir que sean expulsados o exterminados allí.

Raquel Martín ha presentado, gracias a Ediciones Palabra y Ayuda a la Iglesia Necesitada el libro Antes de que sea demasiado tarde. Solo en parte es una historia y una perspectiva del cristianismo en Mesopotamia. Es sobre todo la descripción en primera persona, en el rostro y las palabras de distintos protagonistas, de cómo los cristianos han sufrido como nadie la situación en Iraq y Siria, y de cómo se les ha dado a elegir por el ISIS entre abandonar sus hogares, abandonar su fe o perder sus vidas.

La sencillez e integridad de su fe ante el riesgo del martirio conmueve a quien lee esto desde el supuestamente plácido Occidente. Raquel Martín pone nombres y apellidos a personas que dan testimonio de su cristianismo. Son refugiados porque no quieren ser ni musulmanes ni esclavos, y su otra opción es ser mártires. No son héroes, son cristianos sinceros. Quizá por eso suelen ser olvidados cuando se explica lo que allí sucede y se le buscan soluciones.

Soluciones… Si algo vemos con las historias reales que nos trae Raquel Martín es que ante todo necesitan ayuda material inmediata, ya que al huir de los genocidas han perdido todo. Una ayuda material que, como ya hizo en otro genocidio incómodo y olvidado por los poderosos, el de los alemanes de Prusia, Pomerania, Silesia y Bohemia tras 1945, proporcionan antes que nadie los herederos del magistral y entrañable padre Werenfried van Straaten, en Ayuda a la Iglesia Necesitada. Primum vivere.

¿Y después? Lo fácil, incluso para la Iglesia de Occidente, sería recibirlos aquí como refugiados, en medio de tantos que así se llaman –lo sean o no–, e incluso serían un buen estímulo para nuestras envejecidas y rutinarias comunidades. Pero no es lo que en justicia corresponde. Comunidades cristianas de la llanura de Nínive o de Mosul, hoy aniquiladas, han existido desde tiempos apostólicos y ha de hacerse lo necesario para que allí vivan. Los religiosos y sacerdotes siguen y quieren seguir con su pueblo, no huir; y lo que nos piden y piden a nuestros líderes, tras la primera ayuda a la supervivencia, es hacer posible la paz y el retorno, todo "antes de que sea demasiado tarde", en frase del patriarca católico-caldeo de Babilonia.

Leer el libro es peligroso porque nos hace sentir responsables de lo que allí sucede, y de lo que desde aquí no se hace por ellos. Incluso de cómo se manipula su drama para lograr maniobras políticas miserables. Sí, necesitamos cristianos como estos. Como los de Oriente, que están dispuestos a arriesgar y perder todo por su fe. Sí, como los de Ayuda a la Iglesia Necesitada, una vez más en el frente. Pero los necesitamos además en sus hogares y sus iglesias milenarios, porque no todo vale, porque Occidente en general y Estados Unidos en particular han cometido errores colosales en la zona y no pueden desentenderse de enmendar las consecuencias. Tampoco nosotros podemos, ni debemos; y quien vea en las maravillosas fotografías del libro los rostros de aquellos cristianos fieles tampoco querrá.

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