Me gustaría compartir las impresiones que he tenido al terminar de leer, este fin de semana, la monumental biografía de J. H. Newman escrita por Ian Ker. Confieso que ha sido como la ascensión de una montaña. He experimentado por momentos excitación, fatiga, asombro, conmoción... A veces un punto de congoja al recorrer tamañas dificultades... ¡Qué vida la suya! Pero llegados a la cima qué impresionante panorama, como una clara mañana.
Es asombrosa su mirada sobre la historia de la Iglesia, su comprensión de la dinámica de ese Cuerpo, de su desarrollo y vitalidad. Y cómo entiende sus meandros, sus derrotas y humillaciones, dentro de ese curso misterioso cuya cifra solo Dios conoce por completo. Pero lo más impresionante es que se puede establecer un paralelismo entre ese camino que Newman desvela y el relato de su propia vida.
Su lealtad a la hora de buscar y seguir la verdad, de obedecerla incluso si eso significaba arriesgar bienes preciosos para él, es algo difícil de describir. En un cuerpo aparentemente frágil y con una sensibilidad extrema, portaba consigo una fortaleza de alma que solo puede atribuirse a la Gracia.
Hubo de sufrir oposición y ataques sin descanso, tanto en su etapa anglicana como en la católica. Personajes muchas veces mediocres, envidiosos o fanáticos, intentaron arrastrarle por el fango. Pero también algunos grandes, hombres de los que habría podido esperar acogida y sustento, se comportaron con él mezquinamente, levantando una ola de reticencia y sospecha que lo había de acompañar hasta que a los 78 años León XIII lo creó cardenal de la Santa Romana Iglesia.
Durante todo ese tiempo Newman luchó sin descanso, con gallarda humildad y encendida pasión, para que resplandeciese la verdad, siempre dentro de una obediencia sufrida a la legítima autoridad de la Iglesia, incluso cuando ésta se mostró desabrida e injusta. Y gracias a esa lucha nos ha legado un impresionante testimonio de fe y razón que constituye un verdadero tesoro para muchas generaciones.
Como dejó escrito: «La Iglesia siempre parece estar muriendo... pero triunfa frente a todos los cálculos humanos... la suya es una historia de caídas aterradoras y de recuperaciones extrañas y victoriosas... y en fin, la regla de la Providencia de Dios es que hemos de triunfar a través del fracaso». Así fue, precisamente, en su vida. Quisiera aprender todo esto yo mismo, quisiera pedírselo a él.
No me extraña que Benedicto XVI lo considerara prácticamente un Doctor de la Iglesia, comparable a los grandes Padres la antigüedad cristiana, y creo que haber podido beatificarlo, muy cerca de donde reposan sus restos, en Rednal, Birmingham, ha sido una de las mayores alegrías de su sufrido pontificado.
Entrevista a Ian Ker
Ian Ker
John Henry Newman
Una biografía
Ediciones Palabra
pp. 800 – 42,00 €
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón