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RESEÑAS

¿Quién debe la vida a Bergoglio?

Anna Minghetti
15/10/2013
La portada del libro.
La portada del libro.

«¿Que los cardenales se equivocaron?». El periodista italiano Nello Scavo mostró públicamente sus dudas en la presentación de su libro La lista de Bergoglio, celebrada el pasado 7 de octubre en Roma, en la que también participaron la cineasta Liliana Cavani, el director del periódico Avvenire, Marco Tarquinio, y Lorenzo Fazzini, director de la editorial Emi.

Sólo habían transcurrido unas horas después de que el mundo entero viera el rostro del primer Papa latinoamericano asomarse en San Pedro y ya circulaba por internet la noticia de una antigua colusión entre el nuevo pontífice y el régimen de la Junta militar argentina. Una sospecha que despertó la curiosidad del periodista hasta el punto de ir personalmente a ver cómo estaban las cosas, para descubrir la verdad.
El resultado de su investigación periodística, apoyada y sufragada por su director, Tarquinio, hizo salir a la luz algo muy distinto. No sólo que el entonces provincial jesuita nunca había colaborado con la dictadura argentina, sino también que había salvado muchas vidas de la reclusión, la tortura y la muerte.
Estamos ante un libro importante, según palabras de Liliana Cavani, que «plantea problemas fundamentales, porque al ponerse delante de una dictadura emergen muchas cosas». Sobre todo la cuestión del bien y del mal. Y este libro muestra que Bergoglio nunca tuvo dudas sobre de qué parte estar. Aunque la situación no era fácil de comprender de manera inmediata, como observó Cavani: «El propio Bergoglio ha dicho que le costó comprender la gravedad de la situación hasta que no empezó a acercarse a él gente que intentaba esconderse». Él «nunca compartió los ideales revolucionarios», pero eso no le impidió «actuar como cristiano, y nada más».

¿Por qué nunca se había sabido todo esto? «Porque no había que salvar ninguna reputación», recordó Tarquinio: «Sólo había que salvar personas». Bergoglio nunca quiso que se encendieran los focos sobre estas historias porque para él comportarse así era sencillamente comportarse como un cristiano. Y lo hizo de un modo despierto y al mismo tiempo ingenuo, por usar las palabras con las que él mismo se define en la entrevista a Civiltà Cattolica. De hecho, parece ingenuo llevar en coche por Buenos Aires a los disidentes buscados por la policía para que puedan escapar y ponerse a salvo, o reunirse con sus hijos, a los que de otro modo no podrían volver a ver. Un comportamiento ingenuo porque no tomaba en consideración los riesgos que corría, porque lo importante era salvar vidas humanas, y daba igual si para ello ponía en riesgo su propia seguridad. Ingenuo, pero también despierto, porque Jorge Mario Bergoglio siempre llevó adelante lo que hizo sin incurrir nunca en graves problemas con las autoridades del régimen. De tal modo que consiguió ayudar a muchas personas, directa y también indirectamente, al impedir que se revelasen nombres en los interrogatorios bajo tortura.
Por eso hay muchos que ni siquiera saben que le “deben la vida” al Papa argentino. Muchos otros, sin embargo, lo saben, y muy bien, y quisieron contarle su experiencia a Scavo, que no ha escrito «un libro de historia, sino un libro de historias». Historias de personas que en un principio eran reticentes a contar lo que habían vivido, ya fuera por respeto a la discreción elegida por el propio Bergoglio, o por temor a que contar el bien que había hecho se interpretara como una operación estratégica para ocultar los puntos oscuros de la vida del pontífice. A todo esto se sumó la dificultad para contar el drama de ciertas experiencias. Scavo destacó el sentimiento de culpa que muchos han llevado consigo durante mucho tiempo por haber sobrevivido mientras que otros habían acabado en el fondo del Río de la Plata.

«Este libro», concluyó el director de la Civiltà Cattolica, el padre Antonio Spadaro, «no quiere hacer de Bergoglio ni un santo ni un icono. Sería un error fijarse en el pasado cuando hay una vibrante experiencia presente». El objetivo de este trabajo es únicamente añadir una tesela más para responder a la pregunta con la que el propio Spadaro comenzaba su entrevista al Papa: «¿Quién es Jorge Mario Bergoglio?». Como señaló Scavo, que sobre el entonces provincial jesuita y sobre aquel periodo ha podido hacerse una idea, lo cierto es que aún «lo mejor está por ver».

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