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RESEÑAS

Los zombies como imaginario social

Javier Barraycoa
13/02/2012

Jorge Martínez Lucena nos regala Ensayo Z, un nuevo libro sobre los imaginarios colectivos reproducidos mediáticamente en nuestra cultura de masas. El mérito de esta obra, antecedido sobre un análisis del vampirismo (Gedisa, 2010), consiste en evidenciar que el actual fenómeno de la difusión del “universo zombi”, a través de películas, series y cómics, corresponde a lógicas sociales profundas que hay que desentrañar. Este mundo de ganapanes putrefactos se ha incorporado a nuestro imaginario colectivo. Ahora bien, este tipo de autoimágenes muchas veces esconden lo que se ha denominado “los demonios internos” de un colectivo: aquellas realidades que no se quieren racionalizar, pero que constituyen parte de nosotros. Así, afirma el autor: “el zombi es la representación de un imaginario colectivo según el cual se normaliza, en las sociedades actuales, nuestra idea de lo que es el hombre”.
Para descubrir cómo lo “normal” se va transformando en nuestra sociedad, de tal forma que cada vez más gente se asemeja a lo esencial y recóndito que esconde la imagen del “zombi”, hay que entablar un diálogo serio con la antropología, la psicología y la filosofía. Jorge Martínez enhebra un hilo conductor que permite aproximarnos a reflexiones de autores tan fundamentales como Foucault y Derrida que han sabido diagnosticar nuestra época. Para comprendernos, debemos reflejarnos en el otro y desarrollar la alteridad que, en el caso zombi, nos muestra al individuo como “un sujeto completamente pilotado por su sed de consumo y por instintos”. Paralelamente los no zombies (¿nosotros?) debemos sobrevivir también en una sociedad donde “la moral parece haberse fugado del mundo, (y) la libertad se ha reducido a niveles intolerables”.
El libro nos afronta a reflexiones de calibre como el lugar del suicidio y la eutanasia en un mundo sin esperanza, pues la tentación del rechazo de la vida (situación recurrente en la sociedad arruinada por el fenómeno zombi) sólo es posible en la medida en que la esperanza se torna una ilusión irrealizable. Por tanto, la vida sólo es posible gracias a la esperanza, una virtud que por cierto empieza a escasear. Por eso, uno de los capítulos más clarividentes de este texto compara y analiza la depresión como una sintomatología de nuestra sociedad y su identificación con el zombi. Ello llevará a una profunda reflexión sobre las relaciones entre nuestro cuerpo y nuestra alma que dejamos que descubra el lector. Para finalizar, y a modo de síntesis, acabamos con una frase del autor: “El zombi sería, así, el hombre que se ha deshumanizado a través de una cultura regresiva y neo-tribal, que respira bajo el dictado de un individualismo y un consumismo salvajes que hace que los humanos pierdan su rostro, emborronado en la gris homogeneidad de la masa”.

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