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CINE

«A no ser que quieras hablarme de ti»

Luca Marcora
21/06/2016

«Si te preguntara sobre arte, me darías una lista de libros. Miguel Ángel, sabes mucho sobre él. Pero apuesto a que no puedes decirme a qué huele la Capilla Sixtina, nunca has estado ahí ni has visto ese hermoso techo». En estas palabras dichas casi con sorna está la semilla que permitirá al psicólogo Sean penetrar en la mente y en el corazón del indomable Will, un joven genio, de esos que nacen uno cada cien años, pero que no quiere saber nada de esa genialidad suya.

En su tiempo libre lee continuamente, memorizando nociones que le podrán ser útiles para defenderse solo en sus juicios o para ridiculizar a estudiantes demasiado presuntuosos. En el fondo, Will usa su prodigiosa memoria como un escudo para no comprometerse nunca con la realidad ni con las personas que le rodean. Como le pasa con Skylar, una estudiante de química que conoce por casualidad y que se enamora locamente de él, pero con la que en un momento dado cortará de raíz por miedo a un futuro imprevisible. ¿Pero por qué?

Will es huérfano, fue maltratado por su padre adoptivo, traicionado por quien se suponía que iba a hacerse cargo de él. En su corazón habita el miedo a ser abandonado por las personas en las que deposite su confianza. Will no acepta este riesgo y por eso siempre juega a la defensiva. Tiene tres amigos con los que pasa las noches, sí, pero con ellos se siente seguro, protegido, porque ya le conocen y por eso no se siente obligado a retratarse con ellos.

Pero, aunque aparentemente no lo parezca, no son amigos banales, pues tampoco ellos ven la hora en que Will se atreva a dar el gran paso, a salir de su aislamiento, y empiece a empuñar su propia vida y su don. Es lo mismo que quisiera el profesor Lambeau, al descubrir su talento. Pero la lumbrera de las matemáticas termina comparándose con él, sintiéndose tan fracasado que proyecta sobre él sus ansias de revancha, que le alejan cada vez más.

Will complica y ridiculiza a los psicólogos con los que se ve obligado a enfrentarse para poder seguir en libertad. Solo con Sean, un viejo compañero de universidad de Lambeau -con el que parece tener alguna cuenta pendiente-, conseguirá, no sin mucho esfuerzo, abrirse, fiarse de él.

Porque Sean no lo trata ante todo como un paciente, sino que lo mira como un hombre y le pide que saque todo eso que se obstina en esconder. Y lo hace hablándole de sí mismo, de su esposa muerta pocos años antes por un cáncer, de las palizas recibidas -como él- por un padre alcoholizado. Compartiendo con él la vida. «Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior», le dice Sean. «En cambio presumes de saberlo todo de mí porque viste un cuadro y rajaste mi vida de arriba a abajo. Eres huérfano, ¿verdad? ¿Crees que sé lo dura y penosa que ha sido tu vida, cómo te sientes, quién eres, por haber leído Oliver Twist? ¿Un libro basta para definirte? Personalmente eso me importa una mierda porque, ¿sabes qué? No puedo aprender nada de ti ni leer nada de ti en un maldito libro. Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... estaré fascinado, a eso me apunto, pero no quieres hacerlo, tienes miedo, te aterroriza decir lo que sientes».

Toda la sabiduría de los libros por sí sola no basta para conocer y hacer cambiar a la persona que tienes delante, porque solo compartir una experiencia puede hacer renacer, verdaderamente, el deseo de una vida nueva.

El indomable Will Hunting (USA 1997) de Gus Van Sant con Matt Damon, Robin Williams, Ben Affleck, Minnie Driver, Stellan Skarsgård, Casey Affleck, Cole Hauser, Scott William Winters DVD Miramax

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