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CINE

Infalible e inefable

José Luis Almarza
18/02/2014 - (de “a-cuer-do”: de corazón, por vínculos y con cuerdas... me has ¡con-vencido! )
Una escena del corto ''Cuerdas''.
Una escena del corto ''Cuerdas''.

Infalible. Touché. Y me estoy refiriendo a la maravilla llamada Cuerdas, Premio Goya 2014 al Mejor Corto de Animación. Guión y Dirección de Pedro Solís. Porque hay premios que ayudan al vencedor, pero hay otros premios que dignifican y le hacen bien al Jurado que los otorga y al público que los recibe y disfruta. De corazón a corazón. ¿Acaso se puede tocar, a fondo, al otro e interesarle y atraerle de otro modo diferente que no sea sino en vivo, en directo y exponiéndose a corazón-propio-abierto-de-par-en par?

Infalible. Cuando alguien ve lo que yo veo..., pero además mira y ve aquello a lo que yo no presto atención, ni quiero ver... entonces sucede algo que antes no existía – artística y artesanal creación –: un acontecimiento. En 2013 se nos iluminó el panorama con otra María (de Villota): una mujer que con un ojo menos que nosotros veía, al menos, el doble que los demás. ¡Qué trueque!, ¡qué divino – mágico, dirán algunos – intercambio! La María de esta historia, la pequeña-tan-grande María mira y ve más que nosotros. Y tira de nosotros..., estira las fibras de nuestro corazón..., agranda el horizonte de la mirada... y penetra en el secreto de la empatía... por la que nos resulta tan simpática y con-corde: ¡con cuerdas de amor me atrae y me con-mueve esta criatura!, ¡como si portara el secreto de los vasos comunicantes... me alcanza y me resulta tan elocuente su iniciativa amorosa; y tan correspondiente su imaginación creativa que ve y hace aflorar verdades de lo humano, tan inéditas o inadvertidas para tantos in-humanos! ¡Qué modo de inventar y recrear! ¡Qué hermoso es jugar – homo ludens, capax veritatis, capax caritatis – ... así..., para otro... y para sí mismo! Cuánto me recuerdan el nivel en el que nos colocan y la dirección intencional a la que apuntan obras maestras como La bella y la bestia de Murnau, La vida es bella de Benigni o Luces de la ciudad de Chaplin.

Inefable. Cuántas veces hemos reconocido en experiencias de amor, de belleza, de verdad y de gratuidad la insuficiencia de las palabras. Entonces vienen en nuestra ayuda el silencio denso y la expresión corporal, danzarina y cantarina. Danzabile y cantábile de una coreografía en la que se atisba o añora un Significado en el que nada ni nadie se pierda – en una caída o disolución anónima dentro de un orfanato último y universal –. Al contrario, un abrazo, una insinuación amorosa, una invitación gratuita, un humor alegre y ligero... que lleva hasta la conmoción entrañable que se desborda en lágrimas. Lacrima rerum. Lágrimas de dolor, de menesterosidad, torpeza, invalidez e impotencia... que se transforman – ¡nuevas bodas de Caná! – en lágrimas de amor, emoción y com-pasión; en lágrimas de condescendencia... y sobre todo de agradecimiento... tan incontenible, ¡que se desborda! Lágrima que evoca la otra gran lágrima purificadora de la Gran Conmoción en La Pasión de Gibson. Lágrima del Padre ante el Hijo que no se reserva, y por todos sus hijos... Gran cor-dada del amor. Gran coreografía en la gran con-cor-dancia de los seres.

Infalible. Porque ¿quién sostiene a quién en esta historia?, ¿quien ha dado más o antes?, ¿se da para quitarse de en medio el problema?, ¿o se recibe algo que ya es inolvidable, irrevocable, sin vuelta de hoja ni marcha atrás? Veinte años después o... qué más da la exactitud del número... en esta nueva economía – sin cálculo y sin otra medida que la sin-medida – ...se desvela el florecimiento de una semilla. Sí, touché, la vida es vocación... porque el Ser se las apaña – con sabiduría misteriosa y amorosa – para llamarnos. Para hacerse el encontradizo. Para vincularnos los unos a los otros. Y para lograrnos como seres para los demás. Quien se reserva, se pierde. Quien responde, se recibe.
Ay, «la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío» (Cernuda). Ay, la gran revelación del amor que toda la realidad espera y con-clama: «Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas» (Os 11,1).

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