La posibilidad de viajar en el tiempo fue un tema muy popular en el cine de los años ochenta, sobre todo en la ciencia ficción, desde el Terminator (1984) de Cameron a la trilogía de Regreso al futuro (1985, 1989, 1990) de Zemeckis, por citar sólo los títulos más famosos. Pero no sólo la ciencia ficción encontró aquí terreno fértil, también lo hicieron géneros aparentemente alejados de esta idea, como la comedia romántica Peggy Sue se casó. El director Francis Ford Coppola, después de sus grandes colosos de los años setenta – El Padrino (1972, 1974) y Apocalipsis Now (1979) – dedicó su siguiente década a dirigir películas “menores” que en cambio le permitieron mostrarse como un autor vivaz y deseoso siempre de experimentar libremente con el lenguaje cinematográfico. En 1986 realiza esta película, en la que juega con las paradojas temporales para relatar la confusión de una mujer – una espléndida Kathleen Turner de 32 años en la cima de su carrera, aunque no del todo creíble vestida como una adolescente – que lucha contra el fracaso de su propia vida.
De hecho, Peggy Sue tiene la sensación de haber traicionado sus sueños de juventud. Tiene dos hijos adorables y un trabajo propio. Sin embargo, no tiene a ese marido al que tanto amó desde la época del instituto. Después de 25 años, ambos han olvidado lo que les había unido al comienzo de su historia juntos: «De haber sabido entonces lo que sé hoy, todo habría sido distinto», se lamenta Peggy. Misteriosamente su reflexión es escuchada: se le concede la posibilidad de volver atrás en el tiempo y revivir los momentos decisivos de aquel crucial 1960. Pero la Peggy catapultada al pasado es en verdad una mujer de 43 años que ya conoce el resultado de sus acciones: ¿por qué no intenta entonces cambiar el futuro? ¿Por qué ennoviarse de nuevo con Charlie, un auténtico hijo de los años cincuenta, respetuoso con su familia, que se pasea orgulloso en su descapotable y que sueña con el rock’n’roll? ¿Por qué no intentarlo esta vez con el misterioso y fascinante Michael Fitzsimmons (O’Connor), precursor de los rebeldes años sesenta, deseosos de libertad pero también cargados de rabia, siempre paseando por el mundo en motocicleta, en perenne contraste con la sociedad?
A medida que revive las situaciones de su pasado, más cuenta se da Peggy de detalles y rostros que entonces no había comprendido: capta inmediatamente la importancia y el valor que sólo el paso del tiempo podría desvelar. Hasta volver al origen de su relación con Charlie y a enamorarse nuevamente de él, a pesar de saber ya cómo irán las cosas. El salto hacia el pasado de Peggy no es más que un viaje en el que se hace posible volver a recorrer los espacios de toda una vida, teniendo ya en los ojos y en el corazón el sentido de su devenir. Porque sólo el tiempo puede desvelar el sentido de las circunstancias concretas de la vida, que de otro modo serían únicamente accidentes privados de la perspectiva de un objetivo. Como afirma el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: «el tiempo es superior al espacio. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno». Así, el viaje de Peggy en el tiempo se convierte en la ocasión para volver a aceptar y abrazar el propio presente, ahora más que nunca lleno del significado de toda una vida. Y a ese marido, lleno de defectos, del que creía ya saberlo todo.
Peggy Sue se casó (Peggy Sue Got Married, USA 1986), de Francis Ford Coppola
con Kathleen Turner, Nicolas Cage, Barry Miller, Catherine Hicks, Joan Allen, Kevin J. O’Connor, Jim Carrey, Lisa Jane Persky, Lucinda Jenney, Wil Shriner, Sofia Coppola, Barbara Harris, Don Murray
DVD Sony Pictures
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