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CINE

Por qué la fe no es ciencia ficción

Luca Marcora
10/12/2013
La portada del DVD.
La portada del DVD.

Al término del Año de la Fe, proponemos una de las películas más fascinantes pero también menos conocidas del gran Andrei Tarkovski. Durante 160 minutos, el director ruso narra una historia de ciencia ficción de un guía que acompaña a un escritor y a un profesor que se adentran en un territorio misterioso, temido por los hombres. Parece que no sucede nada, cuando en realidad va descubriendo un mundo lleno de signos que testimonian un misterio ya sucedido. ¿Qué es “la Zona”? ¿Quién la ha creado? La fuerza de la puesta en escena es tal que los personajes, y con ellos los espectadores, llegan a experimentar la espera de que se manifieste ese misterio ya acontecido (la Zona influye en el recorrido que los personajes deben hacer para llegar al cuarto de los deseos: ¿pero qué se esconde detrás de cada paso del camino?).

Bastaría sólo con esta invitación para vivir cada momento del film en una auténtica dimensión de espera, de acontecimiento, para justificar el esfuerzo que supone la visión de esta obra cinematográfica. Un esfuerzo que el propio Tarkovski tiene muy presente cuando afirma que «lo que me interesa es el hombre, en quien se encierra todo el universo. Y para poder expresar esta idea, para poder expresar el sentido de la vida humana, no hace falta en realidad ninguna concatenación de acontecimientos» (A. Tarkovski, Esculpir en el tiempo, Rialp).

Mediante la ciencia ficción, el director trata de indagar en el hombre que se pone ante el don de la fe, y lo hace a través de tres figuras humanas. Por un parte el stalker, el guía, cuya tarea consiste en llevar a los demás al lugar de la esperanza, pero sin poder pedir nada para sí mismo. Por otra, el escritor y el profesor, figuras anónimas identificadas por sus roles, que encarnan a los que se confían bien al sentimiento momentáneo o al cálculo científico de la realidad, pero que en el fondo ya no saben esperar, y de hecho no esperan nada. «La prueba de los dos intelectuales protagonistas de Stalker – afirma Antonio Socci – está en la necesidad de abandonar los viejos prejuicios como un lastre que impide el camino y la inteligencia de las cosas: abrir los ojos, de hecho, quiere decir para ellos creer en la evidencia concreta del milagro, en la presencia palpable de lo inesperado dentro del mundo. En la Zona no se puede avanzar en línea recta (lógica matemática); el camino es más tortuoso, sigue otra lógica y por tanto es necesario seguir a un guía, a un stalker. Pero el stalker es un “pobre de Dios”, uno de esos que la lógica mundana considera un loco o un criminal». Frente al cuarto de los deseos, ambos se revelan incapaces de dar el último paso: en vez de adherirse a la presencia misteriosa, se detienen en el umbral o bien tratan de hacerla desaparecer para que nadie pueda acceder allí. Delante de quien renuncia tan cínicamente a la salvación, el stalker siente un enorme dolor, él que para permanecer fiel a su propia misión como guía no puede pedir nada, ni siquiera la curación de su hija.

«La fe es un camino de la mirada», decía Ignace de la Potterie. Tarkovski, con su mirada, nos muestra el camino de la fe. Un camino que no es fácil, que puede exigir también sacrificio y dolor, y por eso a veces es rechazado, pero que al final, a su modo, siempre vale la pena. En las últimas imágenes de esta película el director nos revela cuál es el don que los creadores de la Zona han dado al stalker: un don tan inesperado como cercano, a través del cual la presencia misteriosa ha querido dejar una huella de sí, en su dolorosa existencia. El milagro que mantiene abierta la esperanza.

Stalker (URSS/RDT, 1979) de Andrei Tarkovski
con Aleksandr Kajdanovskij, Anatoli Solonicyn, Nikolaj Grin’ko, Nataša Abramova
DVD: General Video


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