Umberto Domenico Ferrari (Battisti), funcionario jubilado, pasa los días solo con su perro. La mísera pensión que recibe no le basta para pagar el alquiler de la habitación en la que vive…
En 1952 Italia empezaba a salir del periodo más difícil de su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial: los años del boom económico estaban aún por venir, pero empezaban a aparecer signos de un embrionario bienestar social. Vittorio De Sica y el guionista Cesare Zavattini, después de El limpiabotas (1946), Ladrón de bicicletas (1948) y Milagro en Milán (1951), vuelven a indagar sobre el hombre que vive en una época de cambio, esta vez mediante la historia de un anciano, Umberto (Carlo Battisti, profesor universitario jubilado), que vive con su perro en la habitación de una pensión donde la patrona ostenta prepotentemente su riqueza (este personaje ofrece una caricatura de la alta burguesía naciente que también por aquellos años el cineasta Michelangelo Antonioni empezaba a abordar en sus películas).
La pensión que cobra es insuficiente para pagar el alquiler, así que le desalojan. Se da cuenta entonces de que no hay sitio para él en esa sociedad: intenta entonces ingresar en un hospital, pero le dan el alta casi de inmediato; trata de pedir ayuda caritativa, pero la dignidad con la que siempre ha vivido se lo impide; desesperado, medita incluso un plan extremo, pero al final renuncia pensando en su perro.
De Sica cuenta, en esta película a la que consideraba su preferida, una historia radicalmente dramática, pero lo hace con una sencillez sobrecogedora, hasta el punto de que provocó la ira entre algunos políticos de su época. El motivo del escándalo lo resumió el propio director con estas palabras: «La tragedia de estos personajes, excluidos de un mundo que sin embargo han contribuido a construir, es una tragedia que se esconde con resignación y silencio, pero que a veces estalla en manifestaciones impresionantes o nos lleva a contemplar terribles intentos de suicidio. Cuando un joven decide morir estamos ante algo muy grave, pero qué decir del suicidio de un anciano, una persona que ya por naturaleza está cercano a la muerte. Es algo horrible. Una sociedad que permite algo así es una sociedad perdida» (G. Sadoul, Diccionario del cine, Istmo). La historia de Umberto muestra cómo un país puede salir de la crisis, reconstruirlo todo e incluso llegar a prosperar en poco tiempo, como sucedía en la Italia de los años cincuenta: sin embargo, la necesidad de encontrar el motivo último por el que vale la pena afrontar las circunstancias de la vida permanece siempre y en todo caso dramáticamente vivo. Este anciano jubilado lo identifica quizá por un instante en su perro y por eso renuncia a quitarse la vida: ¿pero cuál es verdaderamente el motivo último por el que vale la pena vivir? Impresiona volver a ver hoy esta obra maestra: después de más de sesenta años, la necesidad de una respuesta a esta necesidad sigue siendo la misma.
El film no da respuestas. Pero es significativo que precisamente Umberto D. se identifique como la película que mejor cierra el gran periodo del Neorrealismo italiano, que hizo de la mirada analítica a la realidad su original punto fuerte. A propósito de este film, el historiador cinematográfico Gian Piero Brunetta observó con agudeza lo siguiente: «La mirada llega hasta un umbral de percepción de la realidad más allá del cual parece imposible pasar. El director observa el drama de este jubilado (…) con una mirada aséptica, sin mostrar ninguna implicación afectiva. Pero desde la primera imagen hasta la última, el film da a entender que el hambre de realidad de los autores no llega en absoluto a hallar satisfacción». Ningún análisis, por perfecto que sea, puede responder por sí solo a la pregunta “¿qué satisface realmente el corazón humano?”.
Umberto D. (IT 1952) de Vittorio De Sica
con Carlo Battisti, Maria Pia Casilio, Lina Gennai, Ileana Simova, Elena Rea, Memmo Carotenuto, Alberto Albani Barbieri, Lamberto Maggiorani, Riccardo Ferri, Pasquale Campagnola
DVD: Medusa
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón