Va al contenido

CINE

Nazarín, el sacerdote retratado por un ateo

Luca Marcora
29/06/2012

Luis Buñuel, quizás el director más grande del cine español, dijo: «No tengo ningún problema con la religión, a mí me interesan los hombres». Pero en esta película ambientada en el México de finales del siglo XIX sale a relucir una cuenta pendiente con el cristianismo

«En el México de finales del siglo XIX […] el padre Nazario (Rabal) trata de seguir al pie de la letra las enseñanzas de Jesús: pero el intentar proteger a una prostituta acusada de homicidio (Macedo) le causa una suspensión a divinis, el curar a una niña le convierte en un santón capaz de hacer milagros y, al final, el haber predicado el ejemplo de Cristo le lleva a la cárcel.» (Paolo Mereghetti, Corriere della Sera)

Luis Buñuel (Calanda, Teruel, Aragón, España; 22 de febrero de 1900 – Ciudad de México; 29 de julio de 1983) ha sido, quizás, el director más grande del cine español. Sin embargo, fue el más anticonformista e irónico del mundo. Tras una educación jesuita en Zaragoza, Buñuel se impuso al público francés a finales de los años veinte gracias a dos obras maestras del cine surrealista realizadas en colaboración con el pintor Salvador Dalí: Un perro andaluz (1929) y La edad de oro, (1930). En ambas películas, Dalí y Buñuel, como ya hacían los demás cineastas “surrealistas”, «utilizaban el cine como material para sus construcciones oníricas» (Gianni Rondolino, historiador de cine), aunque cargándolo tanto de una feroz crítica a la burguesía como de un despiadado anticlericalismo que, por ejemplo en la película del 1930, alcanza unos tonos explícitamente difamatorios hacia la religión católica. A lo largo de los años de la dictadura franquista, don Luis se mudó a Nueva York, y de allí a México, donde tuvo la oportunidad de realizar numerosas obras que, alrededor de los años cincuenta, se impondrán en los principales festivales cinematográficos del mundo.

Dejando a un lado el estilo vanguardista y la carga subversiva de sus primeros trabajos, este Buñuel mexicano se entrega a un cine extremadamente realista, sin por eso prescindir de su personalísimo talante irónico que se arraiga en la originalidad de la experiencia francesa (en Nazarín describe las visiones místicas que experimenta el sacerdote, como la de Ándara que, febril y herida, “ve” a Cristo riendo a carcajadas o también el sueño-delirio de Beatriz al morder el labio del amante). La historia del padre Nazario representa emblemáticamente las temáticas con las que el cineasta español se enfrentó a lo largo de toda su carrera: una escrupulosa y profunda investigación sobre la dramática situación del hombre y sobre la sociedad, pero también una indagación, que él no se molesta en ocultar, sobre Dios y la Iglesia y su historia. Herencia, esta, de sus estudios juveniles, pero al mismo tiempo pregunta abrasadora que nace frente a la condición del «desvarío de una fe y de un ideal de vida en relación con la realidad del hombre viviente, y con la comunicación y la solidaridad que le son propias. […] El ejemplo de Cristo ya no es adecuado para los tiempos que corren […] La condena de imperfección congénita de la condición humana pesa sobre el hombre desde la Biblia, el pacto con la naturaleza y con Dios fue infringido. ¿Podrá volver a restaurarse a través del Cristo? Pero, ¿a través de qué Cristo y con qué mensaje? Y, ¿cómo tendríamos que interpretar este mensaje? Preguntas destinadas a quedar sin respuesta en Buñuel, aunque alrededor de ellas gire toda su obra» (Goffredo Fofi, crítico cinematográfico y colaborador de Internazionale).

Aun así, «soy profunda y concienzudamente ateo, y no tengo ningún tipo de problema religioso», como dijo una vez. «Es más, atribuirme una tranquilidad espiritual de tipo religioso, de entrada es no entenderme, e incluso ofenderme. No es Dios el que me interesa, sino los hombres». En realidad, como atestigua su cine, no hay ninguna contraposición, ya que hablar seriamente del hombre es en última instancia preguntar por Dios. No hay que fiarse nunca de las declaraciones de un viejo, hiriente surrealista que llegó a definirse a sí mismo «ateo, gracias a Dios»…

Nazarín (id., México 1958) de Luis Buñuel
Con Francisco Rabal, Marga Lopez, Rita Macedo, Jesús Fernández, Ignacio Lopez Tarso, Luis Aceves Castaneda, Ofelia Guilmain, Noè Murayama, Rosenda Monteros

Otras noticias

  • Página:
  • left-all
  • left
  • 6
  • 7
  • 8
 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página