Vale la pena ir a ver esta preciosa película del director francés Michel Hazanavicius, ganadora de cinco Oscar, tres Globos de Oro y seis premios César (el equivalente a los Goya franceses). Vale la pena no sólo por todos estos reconocimientos – por una vez, en mi opinión, todos ellos merecidos –, sino sobre todo porque es un maravilloso y conmovedor homenaje al cine, a su potencia expresiva y a su historia. Y si un día – espero – tuviera que explicarle a un hijo mío qué es el cine y por qué a su padre le apasiona tanto, ésta sería sin duda una de las películas que le haría ver. Porque lo explica mejor que cualquier discurso posible… ¡y eso que es una película muda!
La historia de The artist está ambientada en 1927, en Hollywood, en un periodo histórico en que el cine – hasta aquel momento sin sonido, con acompañamiento de un piano que se tocaba en directo en las salas de proyección – todavía tenía por descubrir las fascinantes posibilidades de la “palabra” y el “ruido”.
El argumento es el mismo que el de Cantando bajo la lluvia, el inolvidable musical del gran Gene Kelly, pero ésta era una película hablada (y cantada) sobre el cine mudo… en The artist el cine mudo es descrito en una película muda, y ahí radica su maravillosa genialidad. El sonido no existe, pero es el protagonista de la historia.
Una historia narrada a través de la vida de un hombre, en este caso un actor, el mejor actor del cine mudo, el imaginario George Valentin, interpretado por el actor francés Jean Dujardin, que por este papel ha ganado un Oscar.
George Valentin es un actor de cine mudo y quiere seguir siéndolo, a pesar de que los grandes productores de cine han decidido que ya es hora de invertir en cine sonoro. Su desesperada lucha contra lo «nuevo que avanza» le llevará a caer del pedestal de los divos, a conocer el dolor y el fracaso, la desilusión y la decepción, pero también el amor, y por tanto la esperanza y la posibilidad de volver a empezar a vivir.
Con esta película, el público se ríe, se conmueve, se divierte y sufre, disfruta del cine y de una historia humana acompañada por la expresividad de los actores, de una estupenda reconstrucción de la América de los años veinte, y de una magnífica banda sonora que camina de la mano de las imágenes y las emociones, paso a paso, como sucedía en el cine de hace tantos años.
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