Acto final de la saga del mago de Hogwarts. Una vez más, sus amigos -–Ron y Hermione– serán decisivos en esta lucha a muerte a golpe de varita. ¿Pero será realmente la última?
¿Estarán predestinados también los hijos de Harry Potter (y los de Hermione y Ron), que nacen en el epílogo de la saga del niño mago de Hogwarts? Todo hace pensar que sí. Predestinados para dar vida a un ultimísimo acto, como permite presagiar el «nunca digas nunca» pronunciado hace algunos días por la autora de la saga más rentable de la historia de la literatura (siete libros y ocho películas, de momento), alimentando así los deseos de sus fans. Predestinados, por tanto, como la ética protestante, fuente de inspiración de la escritora, que deja ver, más aún que en sus apuestas anteriores, en este capítulo final de Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte II. Estamos llamados a una responsabilidad, a una tarea: combatir el Mal, derrotar al poder tenebroso que contamina a todos, incluido Harry Potter. Pero debemos jugar la partida en primera persona, con nuestras debilidades y titubeos, también con la ayuda de nuestros compañeros, pero cada uno debe dar su propia respuesta.
Es la búsqueda de los últimos horrocruxes, en los que Voldemort (un inquietante Ralph Fiennes con un rostro sin nariz) ha escondido parte de su alma. Entre monstruosidades varias y continuos sobresaltos fantásticos, en un colegio Hogwarts con una atmósfera gótica, transformado en una especie de prisión de rasgos infernales donde el fuego acecha a los tres amigos, después de unos primeros minutos demasiado didácticos, el film avanza al ritmo de los efectos especiales y del conflicto entre la vida y la muerte. Albus Dumbledore no está para aconsejar y confortar a nuestro Harry (un Daniel Radcliffe ya crecido). Además, el Señor del Mal, rodeado de una corte de magos malvados entre los que destaca Bellatrix (Helena Bonham Carter), posee la varita mágica de saúco, el arma “invencible” robada a Severus Snape (Alan Rickman). Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) resultarán decisivos para resolver las situaciones más complicadas y acompañar al paladín del Bien en el enfrentamiento final con las varitas mágicas.
A diferencia de la aburrida primera parte de Las reliquias de la muerte, esta vez el film del director David Yates y el guionista Steve Kloves da lo mejor, sobre todo en la primera parte de la historia que conduce al duelo definitivo entre los magos.
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